Assange y el gato encerrado

Presidente Lenín Moreno: algunos interesados en la imagen internacional del país nos preguntamos si usted estaba al tanto, y si usted aprueba, el manejo que se le está dando al caso del ciberpirata Julian Assange, asilado ya cinco años y medio en la Embajada del Ecuador en Londres. Todos coincidimos en que el caso necesita -necesitaba hace rato- una conclusión, pero la pregunta es cuál.

La situación humana y jurídica de Assange es complicada, es verdad, pero al mismo tiempo él le ha creado al país varias situaciones embarazosas al no respetar las normas del asilo político de modo reiterado y seguir influyendo a su aire en asuntos mundiales. Lo tienen sin cuidado los pedidos ecuatorianos de que no intervenga en la política de otros países. Por algo es uno de los amos de la web oscura. ¿Tal condición le da ventajas?

La canciller María Fernanda Espinosa ha pasado, en apenas dos días, de las evasivas a la admisión de que, durante el actual mandato presidencial, se le ha concedido la naturalización como ecuatoriano a quien dijo alguna vez -y al parecer con razón, a juzgar por el dominio que ejerce sobre la diplomacia nacional- que Ecuador es insignificante. Y también que se hizo un trámite muy poco diplomático y vergonzoso ante el Reino Unido.

Nadie entiende por qué la Canciller, luego de obtener un no rotundo del Reino Unido al pedido de que le dé estatus diplomático a Assange, salió el martes 9 a decir que no habrá una solución sin ese Estado. Tampoco se entiende por qué hizo la consulta cuando la posición del Reino Unido respecto de Assange ha sido invariable desde el comienzo. ¿Usted sí entiende, Presidente?

La Oficina de Asuntos Exteriores respondió también que no está interesada en hablar del tema con el Ecuador, cuya diplomacia ya sabe que el único camino es que Assange deje la Embajada y enfrente a la justicia. Yendo un poco más allá, el Reino Unido le ha ofrecido a Assange que aplicará la jurisprudencia europea para impedir que su comparecencia ante la justicia sueca derive en su deportación a un país donde se aplique la pena de muerte.

En su empeño por proteger a un personaje cuyas acciones perjudican al país ante diplomacias gravitantes, la Cancillería no ha sido coherente y convirtió al asilado Assange en detenido, primero, y hoy en huésped al haberle tramitado una cédula bajo circunstancias que hay que investigar. ¿Hasta dónde pueden llegar el humanitarismo y la ideología? ¿Es un tema que puede pasar desapercibido?

No lo creo. Debemos abandonar la miopía cortoplacista de si impacta o no en la campaña por el Sí. Si no se aclara el tema, quedará la impresión de que el felino que acompaña a Assange y se ha vuelto célebre en redes sociales, no es el único ‘gato encerrado’ en la Embajada del Ecuador en Londres. ¿A usted qué le parece, Presidente?

Suplementos digitales