O mejor, Ecuador 101. En cualquier clase inicial de Teoría de las Relaciones Internacionales o de Política Exterior, se enseña que los países entran en relación con otros países teniendo siempre como norte su “interés nacional”. El interés nacional es una síntesis de las preferencias históricas de un país dado su contexto, recursos, situación geográfica y liderazgo. En líneas generales, los países definen este interés como desarrollo económico y social, la paz y el respeto a todos los derechos humanos. No siempre el interés nacional es el del gobierno de turno.
El lector puede colegir entonces que la decisión de asilar a Assange en el 2012 no avanzó en absoluto el interés nacional del Ecuador y, paradójicamente, ni siquiera el interés personal de Rafael Correa que -en lugar de “limpiar” su imagen de autócrata- puso en vitrina mundial todos los abusos contra la libertad de expresión.
Segundo, pero igualmente importante, los únicos hechos sobre el caso fueron y siguen siendo que dos mujeres suecas, fans de Assange y su trabajo con WikiLeaks, fueron abusadas y una de ellas violentada, haciendo una de las cosas más ruines que puede hacer un hombre, poner el riesgo la salud de su pareja con un embarazo no deseado o peor, una enfermedad de transmisión sexual.
Assange se ha regodeado en su desprecio a las mujeres, al punto que su amiga Laura Poitras -que acaba de lanzar el documental sobre él- decidió poner su opinión no editada sobre el tema: “ellas son parte de la conspiración feminista radical, nada más que lesbianas”. Lo pueden ver en su cine favorito. Los derechos de esas mujeres eran el único meollo creíble de todo esto. Nadie ha comprobado el famoso complot de Suecia o Reino Unido para extraditarlo a EE.UU. donde -por cierto- no hay acusaciones en su contra.
Resumiendo. Aquí el único que ha negociado bien su interés es Assange. Se volvió aliado de los dos mandatarios más poderosos del mundo: Putin y ahora Trump, mientras que el Ecuador ni siquiera ha podido renovar sus preferencias arancelarias con EE.UU. Suerte si encuentran algún demócrata o republicano no-trumpista en el Congreso ayudaría al país que facilitó la elección de Trump. Por cierto, ¿No es eso lo que realmente quería Paul Manafort, pedirle al presidente Moreno que proteja a Assange, el mejor agente que Putin ha tenido para intervenir elecciones en países democráticos protegido de servicios de inteligencia? Pueden leer la acusación de Robert Mueller en su contra, ahí se detalla su papel como bróker de Putin.
Siendo constructivos, la solución es muy simple. Si Lenín Moreno ama a su país y quiere reparar el daño causado, llamaría al gobierno británico de inmediato, pediría disculpas por las equivocaciones cometidas y le pediría al ciudadano Assange que se entregue a la justicia. Todos ganarían. Assange pagaría solo unos meses de cárcel antes de mudarse a Rusia; Lenín salvaría la consulta de febrero y los ecuatorianos podríamos viajar por el mundo sin bajar la cabeza por vergüenza.