Ruth Bader Ginsburg fue la segunda mujer en ser nombrada juez de la Corte Suprema de los EE.UU. luego de Sandra Day O’Connor.
Nominada en 1993 por Bill Clinton, fue ratificada por el Senado con una votación de 96 a favor y 3 en contra. Su nominación se dio gracias a su relevante carrera como abogada defensora de los derechos de las mujeres que la llevó a ganar en 6 de los 5 casos que patrocinó frente a la misma Corte Suprema de la que ahora es parte, convirtiéndose en un ícono de la defensa de los DD.HH. de grupos discriminados, como lo fue ella cuando, recién graduada de abogada, no fue contratada por ningún estudio jurídico por ser mujer.Esta vocación, que se inició cuando defendió a Charles Moritz, utilizando una táctica que intentaba demostrar que la discriminación por género perjudica tanto a los hombres como a las mujeres, por no permitírsele una deducción que sí habría podido obtener siendo mujer, y que continuó con el triunfo frente a la Corte Suprema en el caso Frontiero, que terminó con la discriminación por género en las ayudas del Ejército o con el caso de Stephen Wiesenfeld, que logró la inconstitucionalidad de una disposición que le impedía, siendo viudo, recibir los mismos beneficios que recibía una mujer viuda, está plasmada en dos recientes películas: “On the basis of sex”, enfocada especialmente en sus primeros años, el documental “RBG” y en libros, entre los que destaca “Notorious RBG: The Life and Times of Ruth Bader Ginsburg”.
Pero de la vida de Ginsburg aún faltan capítulos por contar, porque a sus 86 años y sobreviviente de 3 cánceres, aún sigue dando batalla en una Corte inclinada hacia el conservadurismo gracias a las dos nominaciones hechas por Trump, de quien es una firme detractora. Así, se ha negado rotundamente a dejar su silla en la Corte Suprema sosteniendo que no renunciará mientras pueda seguir “trabajando a todo vapor”, lo que es una buena noticia para las mujeres en EE.UU., sobre todo en estos tiempos en que algunas legislaturas conservadoras de diferentes estados están atacando el derecho al aborto consagrado en la decisión de la Corte Suprema en el caso Roe v. Wade de 1973. Al respecto, Ginsburg tiene una posición muy clara que parte del hecho de que, si se prohíbe o se hace más difícil acceder al aborto, no se lo hace desaparecer, sino que lo vuelve clandestino y peligroso. “Cuando un estado limita el acceso a abortos seguros y legales, las mujeres se ven en situaciones desesperadas que ponen en riesgo su salud y seguridad” ha dicho.
En Ecuador, donde siete niñas diariamente son obligadas a parir por embarazos producto de violación, provocando la muerte de muchas de ellas, ojalá que las ideas de Notorious RBG inspiren a nuestros legisladores cuando discutan la despenalización del aborto por violación.