Para dolarizar un país se necesita que todo el sistema de pagos y de transacciones con dinero pase de la moneda propia al dólar. Eso se logra canjeando los billetes del país por billetes dólar y cambiando los depósitos en los bancos. Para transformar los depósitos bancarios es necesario que dos cosas pasen a dólares: los préstamos concedidos por los bancos y la plata que los bancos han depositado en el Banco Central (el ‘encaje bancario’).
En resumen, para que un país se dolarice se necesitan tres cosas: canjear billetes, convertir préstamos y pasar el encaje bancario a dólares. En el Ecuador todo eso ocurrió en un cortísimo período luego de la aprobación de la Ley Trole, el cuerpo legal que contenía las reformas claves para dolarizar el país.
Una de esas reformas claves fue la creación de cuatro sistemas dentro de la contabilidad del Banco Central (BCE). El objetivo al crearlos fue que los dólares, que al momento de la dolarización tenía el BCE, se utilicen correctamente. Para eso se dio prioridad al canje de los billetes y a la conversión del encaje bancario depositado en el Central. Estos dos temas están en el artículo 2 de la Ley de Régimen Monetario. En octubre pasado, el Gobierno presentó un pequeñísimo proyecto de ley para derogar exclusivamente ese artículo.
El problema de derogarlo es que el BCE podría perder las prioridades que debe tener en dolarización. El balance del BCE es muy especial pues está diseñado para un “instituto emisor” que no puede emitir dinero. Cuando ya no se tiene una moneda propia, los fines de un banco central cambian y, en lugar de ser el guardián de la estabilidad de la moneda, se convierte en el garante del buen funcionamiento de un sistema de pagos que trabaja con una moneda ajena.
Y, nuevamente, para que el sistema de pagos funcione, es necesario que los billetes y el encaje sean en dólares. Si se deroga ese famoso artículo, el BCE podría utilizar los dólares que tiene para otros fines como, por ejemplo, entregarle al Gobierno la plata que tiene depositada ahí o para que la plata que el IESS tiene depositada en el BCE se la preste al Gobierno y él la pueda sacar. En otras palabras, para saciar la inmensa sed de recursos que tiene el Gobierno.
El problema es que si hace eso, estaría dejando de respaldar en su totalidad el encaje bancario que, a su vez, es uno de los garantes de que lo que el público tiene depositado en los diferentes bancos privados sean dólares.
Hace un par de semanas, el BCE propuso a la Asamblea una versión menos destructiva de la reforma en la que no se tocaría al encaje bancario.
Ojalá no se apruebe ni esa versión aparentemente inocua, porque con el veto presidencial se podría regresar a la versión original que derogaba el artículo que nos dolarizó.