L a inauguración de tres universidades y entre ellas la Ciudad de Conocimiento, en la que esta la Universidad Yachay dedicada a la ciencia y tecnología, son pasos acertados en busca de un mejor futuro para nuestro país.
Ya se ha demostrado que la educación es la vía de salida del subdesarrollo. Algo que me preocupa, sin embargo, es el énfasis que se hace en temas de ciencia y tecnología, me atemoriza la idea de que estén formándose, o estén interesados en formar, individuos que sean entrenados en ciencia y en tecnología pero que no hayan sido educados.
La educación completa de un individuo abarca también las llamadas artes liberales, que lastimosamente cada vez con mayor frecuencia son vistas como inútiles y poco prácticas, sin embargo los grandes líderes del mundo libre, son personas que han tenido una solida formación en esas artes liberales.
Estas incluyen un conocimiento así sea superficial, del mundo, la cultura clásica y contemporánea, filosofía, lenguas, literatura, lectura crítica y arte y sobre todo el desarrollo de un espíritu crítico y abierto a indagar el conocimiento, impulsado a explorar el mundo y a explorarse a sí mismo.
Si la educación está cimentada en artes liberales, forma personas que, independientemente de la profesión que escojan, sean adultos pensantes que estén preparados para contribuir no solo en términos científicos o técnicos, sino además, en términos éticos y morales. No abordan la ciencia y la tecnología solamente en lo que hacen, o cómo se hacen estas actividades, si no cómo esa ciencia y tecnología impacta en la sociedad y cuáles son sus consecuencias.
Un individuo que ha recibido educación se diferencia de quien ha sido entrenado, en que su formación intelectual le permite el desarrollo de un pensamiento crítico, con la capacidad de identificar y resolver problemas, que es capaz de diferenciar entre lo esencial y lo accesorio, buscar interpretar y evaluar la información existente; un científico o un técnico que además tiene la capacidad de comunicarse adecuadamente tanto en forma verbal como escrita.
“Quien sólo sabe de medicina, ni de medicina sabe”, frase acuñada por el patólogo español José de Letamendi, encierra en la medicina lo que puede ocurrir en cualquier profesión.
Mi crítica a la formación tipo entrenamiento, va también a la profesión médica en la cual veo cómo las parrillas de estudio de las facultades, cada vez más reducen materias humanísticas a favor de materias técnicas, con el riesgo de tener técnicos en medicina que saben interpretar resultados de laboratorio, cada vez más abundantes, pero que saben menos del hombre y sus circunstancias, que es en lo que se interesa un médico humanista.