Una persona que se pierde en el desierto y no ha tomado agua por días ni ha comido nada y de repente la encuentran, no puede ser atendida como una persona en estado normal.
Esto quiere decir que no se le puede ofrecer grandes cantidades de agua ni se le puede dar comida en cantidades importantes. Esa persona en “crisis” deberá recibir alimentación y líquidos de una forma gradual y cuidadosa a fin de evitar cualquier reacción de salud adversa.
Esta ilustración sirve para entender lo que en economía se presenta en el caso ecuatoriano. El legado del gobierno será una economía desfinanciada, con desequilibrios fiscales y externos importantes, en recesión y con un severo deterioro de la imagen internacional.
En esas condiciones de crisis económica, el campo de acción de la política económica se reduce, pues no existe el espacio para poder aplicar un programa fuerte sino uno que combine el necesario ordenamiento fiscal con medidas que generen oxígeno al sector privado.
Si por buscar el orden fiscal se ajusta la economía a todo nivel, se puede agudizar la recesión económica y el remedio puede resultar peor que la propia enfermedad. La herencia económica que dejará este gobierno actuaría de una forma perversa, pues tal es el nivel de deterioro económico que ni siquiera deja un ambiente para poder aplicar un programa riguroso para restablecer los equilibrios macroeconómicos de forma inmediata.
Se torna necesario la aplicación de un programa gradual pero no por ello sin profundidad.
En determinadas decisiones no se podrá esperar ni un solo día, esto es, en la búsqueda inmediata de liquidez externa que permita atender obligaciones pendientes y restablecer la confianza de los acreedores, sobre todo del sector privado.
De manera simultánea será fundamental establecer un cronograma de acciones para cerrar acuerdos internacionales de comercio, buscar apoyo de entidades multilaterales y refinanciar en unos casos, renegociar en otros, la deuda externa contratada en condiciones desfavorables.
De forma paralela, es prioritario ofrecerle un menor costo de producción al país, para lo cual serán necesarias decisiones tributarias, del costo de la energía eléctrica y del valor del financiamiento, La estabilidad tributaria y una justicia independiente son decisiones impostergables para atraer inversión extranjera.
Es imposible lograr que un futuro programa económico tenga éxito sin el concurso directo de la economía internacional, lo que involucra a las instituciones multilaterales de crédito, los países amigos y los inversionistas privados del exterior.
Sí hay posibilidades reales de recuperar la economía ecuatoriana, pues el tamaño de la misma ayuda a que cantidad de recursos en el contexto internacional no sean significativos. Por la situación económica que dejará este gobierno, será un arte balancear entre lo que se deba ajustar y lo que se deba estimular para salir de la crisis lo antes posible.