La política en el Ecuador, más que un mal remedo de lo que solemos definir como “arte de lo posible”, es un claro ejemplo de improvisación, informalidad, falta de criterio, desatino, pero, sobre todo, carencia de responsabilidad, visión y liderazgo.
Para corroborar lo dicho, estimado lector, le invito a observar lo ocurrido con la fallida aprobación de la Ley de Aguas. Si no es por la protesta indígena -atinada en tiempos pasados y desacertada ahora porque afecta a ciertos intereses- esta Ley pasaba. El derecho a la resistencia, contemplado en el art. 98 de la Constitución, ha sido inaugurado.
En efecto, la resistencia –en medio del letargo e inercia ciudadana- se ha iniciado pese a la molestia que esto ha podido ocasionar al flamante maridaje que se ha dado en torno al agua entre Correa y Nebot. Todo es posible en la viña del señor. Si me equivoco, ¿por qué una asambleísta de Madera de Guerrero, Susana González, votó junto a los miembros de Alianza País a favor del segundo informe del proyecto de aguas? Si juzgo mal, ¿por qué Correa inesperadamente morigeró su lengua en torno a la “mala calidad del agua y las pésimas condiciones sanitarias de Guayaquil” e hizo que el Miduvi se ponga una venda frente a Interagua?
Eso no es todo. La prepotencia de Correa y sus súbditos ha tenido que recular nuevamente frente a la presión indígena. Ahora no son los “compañeros” de antes sino un grupo de “ponchos dorados” que no representan sino a una minoría los que molestan. Y aunque esto ha sido considerado como una victoria para el sector indígena, la consulta prelegislativa -sea vinculante o no- es y será un gol para el Gobierno. Coincido con uno de los legisladores de oposición: esta es una jugada del Gobierno para demorar el debate y dividir a los indígenas.
Resulta inaceptable que una decisión tan importante haya sido tomada de manera arbitraria por el presidente de la Asamblea, Fernando Cordero. No tiene ningún sustento legal. Supongo que pensarán que una mancha más al tigre, no afecta. Sorprende que si antes no hubo interés en dialogar y consensuar ahora hablen de la consulta previa de acuerdo al numeral 17 del art. 57 de la Constitución. Toda consulta debe ser anterior al trámite de una ley.
Y como han estado acostumbrados al engaño, al pacto de trastienda y a la manipulación, ahora creen que demorar el debate a través de la consulta prelegislativa les va a funcionar y van a lograr colmar de legitimidad a un proceso viciado desde el inicio. La política no es ni debe ser un artificio. En lugar de ser una actividad loable se ha convertido en el arte de lo imposible en términos de responsabilidad democrática y de servicio a las grandes mayorías.