En los primeros días de enero en curso, el gobierno de Mauricio Macri, que asumió recientemente el ejercicio del poder, reafirmó los derechos de soberanía de la República Argentina sobre las islas Malvinas, al cumplirse 183 años de la ocupación británica del archipiélago austral. Con tal oportunidad, el Mandatario reiteró su llamado al diálogo al Gobierno del Reino Unido para el amistoso arreglo de este antiguo problema bilateral. “Argentina renueva su firme compromiso con la solución pacífica de las controversias, el derecho internacional y el multilateralismo”, manifestó el Ministerio de Relaciones Exteriores, entre otras consideraciones, en un comunicado divulgado por los medios de comunicación sobre este delicado asunto.
Como se sabe, el archipiélago de las Malvinas se compone de dos islas mayores y más de 100 islas pequeñas, que fueron descubiertas por la expedición de Hernando de Magallanes, que estuvo en esa zona hacia el año 1520. Según relatos consignados en documentos históricos, las islas fueron nuevamente avistadas, en 1670, por navegantes holandeses, quienes las bautizaron con el nombre de Sebald de Weert. La expedición de Bougainville partió en 1763 de Saint-Malo (de donde proviene su denominación francesa de malouines) y fundó en las islas el fuerte de San Luis. En 1765, la escuadra inglesa de Byron tomó posesión de la isla Saunders y fundó el puerto Egmont. Frente a esta situación, España reclamó sus derechos, ya que consideraba al archipiélago dependiente de América meridional y por cierto parte de su dominio imperial. En 1774 pasó a la jurisdicción de España, que en mayo de 1810 transfirió los derechos de la corona al Gobierno de Buenos Aires. Los ingleses expulsaron a los argentinos radicados en las islas, en 1833, y las ocuparon por la fuerza. Argentina rechazó siempre esta situación de hecho.
El Gobierno de la República Argentina ha mantenido invariablemente su posición de defensa del arreglo pacífico de las controversias. Ello no obstante, en la dictadura militar que gobernó de 1976 a 1982, la cúpula castrense optó por la recuperación de las Malvinas mediante el uso de la fuerza, en una guerra trágica y de ingrata memoria para su pueblo. En la toma de decisiones estuvieron en juego tres factores externos, cuando el Gobierno atravesaba momentos críticos por el desgaste de un régimen autoritario y represivo. Esos factores eran: a) la respuesta de Inglaterra frente a la acción bélica argentina; b) la actitud de los Estados Unidos; y, c) el apoyo que se lograría en la comunidad internacional. Hubo sin duda una evaluación errónea de la situación. En efecto, el presidente Galtieri dijo sobre Gran Bretaña : “…nunca esperé una reacción tan violenta; nadie la esperaba”. Y sobre Estados Unidos: “…Fue muy decepcionante cuando (Haig) se puso de parte de los ingleses”. Finalmente, la reacción de la comunidad de naciones no fue tan favorable, porque está proscrito el uso de la fuerza en las relaciones internacionales.
Sería deseable, por cierto, que el presidente Macri tuviese buen éxito en su propósito de encontrar una salida diplomática en el diálogo que propone a Gran Bretaña.