Aunque el candidato oficialista, Daniel Scioli, llegó en primer lugar en las votaciones presidenciales del pasado domingo en la Argentina, su triunfo ha tenido un sabor amargo. La diferencia obtenida frente al candidato centro-derechista, Mauricio Macri, fue de apenas 2,53%, forzando con ello la realización de una segunda vuelta electoral.
Es la primera vez desde el retorno a la democracia que hay una segunda vuelta electoral en Argentina. En ocasiones anteriores, los candidatos que ganaron la Presidencia de la República lo hicieron en primera vuelta, sobrepasando el 45% de los sufragios o sacando una diferencia de 10 puntos sobre su rival.
De acuerdo con las encuestas, Scioli debía ganar en primera vuelta. Pero no fue así. Alcanzó el 36,86% frente al 34,33% de Macri y al 21,3% de Sergio Massa.
No obstante, estos resultados no deberían ser tomados como una sorpresa. En las elecciones legislativas del 27 de octubre del 2013, los resultados también fueron adversos para el oficialismo.
Los candidatos del Frente para la Victoria (FPV), de la presidente Cristina Fernández de Kirchner, obtuvieron la mitad de los votos que en el 2011.
A más del desgaste que generalmente produce el ejercicio del poder (son más de 12 años de controlar la Presidencia de la República), han afectado el mal desempeño económico (inflación anual de más del 25%, estancamiento, déficit fiscal del 8% del PIB), incumplimiento de las promesas de campaña y el fortalecimiento de la oposición.
Posiblemente, estos factores pesaron más que los ofrecimientos de Scioli de plantear un nuevo estilo de gobierno, de dar “continuidad con cambio”, sin confrontaciones y polarización, las cuales fueron una “marca registrada” del kirchnerismo.
En este escenario, Mauricio Macri ha sabido capitalizar este descontento que crece cada vez en la Argentina por el manejo de la economía y un estilo de gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. De este modo, ha planteado un viraje radical y ha hablado con insistencia de un cambio.
No obstante, el resultado obtenido por Massa (21,3%), del partido Frente Renovador, debe ser tomado muy en cuenta.
Massa no es de centro-izquierda como Scioli, pero ambos son parte de la corriente peronista. Es decir, se trata de un peronista no kirchnerista. Por ello, aunque una parte de sus votos podría quedarse en el peronismo, otra parte podría irse con el candidato Macri, con quien comparten una ideología de centro-derecha.
A esto hay que añadir otro factor. En la Argentina hay una tendencia pronunciada a la territorialización de la competencia electoral y a los aspectos de carácter distrital y local. Si se toma en cuenta que la candidata de Macri, María Eugenia Vidal, acaba de ganar la Gobernación de la provincia de Buenos Aires, la situación está cuesta arriba para Scioli.
¿Estamos ante el fin de la era Kirchner? Veamos qué pasa el 22 de noviembre.