Según Cilia Flores, Procuradora General de Venezuela y “compañera” del vicepresidente Nicolás Maduro, mañana, 10 de enero, fecha prevista por la Constitución para la posesión del cargo de Presidente de la República, será un “día normal” a pesar de la inasistencia de Hugo Chávez a la ceremonia ordenada por ley. En un nuevo y descarado acto de manipulación constitucional, la Procuradora declaró que habrá “continuidad del gobierno completamente, del Estado como un todo, de todos los poderes y principalmente del Poder Ejecutivo con todo su equipo, el presidente Hugo Chávez seguirá al frente, todos los ministros, el vicepresidente y todos los directores”. Entretanto, el Tribunal Supremo de Justicia se apresta a emitir su interpretación sobre los casos que configuran la ausencia de un Presidente electo o reelecto y los mecanismos de sucesión. Sin embargo, nadie espera que este órgano chavista altere la interpretación adelantada por la pareja Maduro- Cabello .
La Constitución venezolana determina con claridad que el acto de posesión marca el inicio de las funciones oficiales de un Presidente electo o reelecto. También establece que un Gobierno cesa al término del período para el que fue elegido y no prevé extensión de funciones.
Ante la posibilidad de que un mandatario elegido no pudiera posesionarse en la fecha prevista, la propia Constitución de Venezuela obliga al Presidente de la Asamblea Nacional a ocupar temporalmente la Jefatura de Estado y convocar a elecciones.
El aquelarre político que vive Venezuela y la crisis social que se anuncia son obra del Socialismo del Siglo XXI y su caudillismo autoritario.
La demolición de las instituciones políticas, incluyendo los partidos, deja a un Estado inerme frente a las camarillas gobernantes que luchan por mantener sus prerrogativas y evitan a toda costa una sucesión democrática que pueda juzgar sus desafueros.
Ante la ausencia definitiva de Hugo Chávez, la “interpretación constitucional” permite comprar tiempo para repartir adecuadamente el poder y tratar de evitar un choque suicida entre las facciones bolivarianas que se disputan los espacios a dentelladas. A pesar de las declaraciones oficiales y los abrazos públicos, los voraces apetitos de Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y otros miembros de la camarilla chavista permiten presagiar agudos conflictos en las próximas semanas.
Llama profundamente la atención, entonces, que ciertos gobiernos democráticos como el de Brasil o Uruguay avalen esta manipulación y que algunos presidentes se muestren dispuestos a viajar a Caracas para respaldar al chavismo. Dejando de lado las evidentes imposturas que marcan la agenda internacional, la visita de los presidentes constituye una seria ofensa que los demócratas venezolanos no olvidarán fácilmente.