La fecha 27 de enero fue declarada por la Asamblea General de la ONU, en el 2005, como Día internacional de víctimas del Holocausto. Ese fue el día que en 1945 el campo de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau fue liberado por las tropas soviéticas, poniendo fin a la diabólica fábrica de la muerte .
La resolución 60/7 condena la intolerancia religiosa, la incitación al odio, el acoso o la violencia por razones de credo u origen étnico, rechaza categóricamente la negación total o parcial del holocausto y convoca a todos los países a establecer programas educativos de enseñanza sobre el holocausto como un evento histórico sin precedentes cuyas lecciones deben ser aprendidas por la humanidad.
Fue al final de la guerra -cuando la magnitud de las atrocidades se descubrió- que por primera vez en la historia se estableció un tribunal internacional de justicia en la ciudad alemana de Nüremberg para juzgar a los criminales de guerra nazis. Con víctimas y victimarios como testigos, la humanidad conoció lo ocurrido en esos campos, donde las víctimas llegaban en trenes de ganado de los confines de Europa ocupada.
Un tribunal similar se estableció en Tokio para juzgar a los criminales de guerra japoneses. Fue a través de esos testimonios como se conoció el horror de las cámaras de gas, donde el Zyclon B acabó con la vida de millones de seres humanos cuyos cuerpos fueron incinerados. Hombres y mujeres juntos, desnudos, deshumanizados, esqueléticos, conducidos por las SS hacia su inexorable destino. Junto a seis millones de judíos exterminados, un tercio del pueblo judío de entonces, fueron igualmente asesinados gitanos, disidentes, homosexuales, discapacitados, testigos de Jehová y otras minorías. La barbarie humana había alcanzado un inconcebible nivel.
Y a pesar de todo, la humanidad no aprendió. En las décadas subsiguientes fuimos testigos del genocidio de Ruanda, en 1994, donde en el lapso de 100 días más de 800 000 miembros de la etnia tutsi fueron masacrados por hutus, incitados al odio y al crimen por sus líderes a través de la radio. En los Balcanes, en los noventa, la humanidad presenció asombrada el renacimiento de campos de concentración en Europa, el exterminio de miles de musulmanes y violaciones masivas en la guerra de Bosnia.
El antisemitismo tampoco ha desaparecido. Se ha transformado en una letanía de deslegitimación al derecho de existencia del Estado de Israel. Este nuevo antisemitismo tuvo su ignominioso debut en la conferencia de las Naciones Unidas contra el racismo en Durban (Sudáfrica), en el 2001, donde prevaleció un ambiente de linchamiento a lo judío y al Estado de Israel, que dio al traste con la conferencia, y por otros líderes y medios en varios países del mundo, es un intento de asesinar la historia judía.