Antanas alerta

El ex candidato presidencial de Colombia y ex Alcalde de Bogotá, Antanas Mockus, advierte sobre la intolerancia como problema de Quito.

Su análisis se basa en una encuesta aplicada en mayo en la capital. Esta actitud se expande en la sociedad ecuatoriana y la responsabilidad de las autoridades que deberían ser auténticos líderes, cuyo comportamiento sirva de modelo social, es crucial.

El dato frío revela que hay intolerancia hacia la prostitución y la homosexualidad, pero también aparece con fuerza un rasgo xenofóbico. Los quiteños no quieren tener como vecinos a prostitutas ni homosexuales, pero tampoco a colombianos, cubanos, roqueros.

Otras encuestas recientes hablan de una mayoría de personas que se muestran partidarias de la aplicación de la justicia por mano propia. Eso quiere decir que la confianza en el sistema judicial es muy baja o nula y una actitud social con semejantes indicadores nos habla de una hostilidad colectiva que puede conducirnos a la ley de la selva.

Se pinta un panorama esperpéntico donde la gente, encerrada en casa, se arme para protegerse de la delincuencia y no confíe en la autoridad.

Algo de eso ocurre cuando circulamos por muchos de los barrios quiteños y vemos enjauladas a las tiendas de abarrotes. Las pocas estaciones policiales no sirven como socorro de los vecinos y en muchos casos la indolencia y falta de reacción oportuna o adecuada acentúa la sensación de indefensión. Además, la gente desconfía de la Policía y con fuerza, tras el 30-S.

Hace algún tiempo inopinadamente un ministro de Gobierno del presente Régimen atribuyó a las percepciones ciudadanas esta sensación de inseguridad. Se intentó responsabilizar a los medios y a la presentación de noticias relativas a temas de orden público, asesinatos y violencia, la creación de una atmósfera crispada. Hoy, cuando el propio Gobierno reconoce al problema de la inseguridad pública como el más acuciante para el pueblo ecuatoriano, ¿qué dirán? Desde hace muchos años, y bastará revisar las encuestas de opinión con un poco de atención para constatar que desde hace más de una década el tema se presenta para la gente como prioritario.

Los ecuatorianos sentimos que la respuesta pública no llega, es tardía. Sentimos que falta una actitud seria, coherente y sostenida en el tiempo de los jueces y la Policía. Falta una reflexión serena de la academia y la sociedad para evitar que impere la ley de la selva y la intolerancia como escuela de vida.

El discurso oficial está envuelto en el desafío, la descalificación y el insulto. En eso tiene mucho que ver la actitud agresiva desde el poder. Para cambiar de actitud el ejemplo de los líderes puede ser una guía que oriente hacia un talante amable o la urdiembre violenta que polarice y enfrente a la sociedad y eso no se cura con consultas demagógicas.

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