Los acontecimientos de mayor connotación del año, son expuestos por los vecinos de Quito con su característica chispa quiteña que a través de los años han ido ganando espacios y aceptación en la población. Esta expresión que tiene como finalidad recordar los buenos y malos sucesos son una especie de aprobación para los primeros y reprimenda para los segundos, que luego son quemados con el fin de que el nuevo año traiga mejores resultados que los conseguidos en el año que termina.
La intervención del Municipio en un acto de tradición popular, a más de incrementar burocracia, limita la creatividad y expresión, muchos de ellos pueden ser críticas positivas a la labor del Gobierno o al mismo Municipio, que aplicados de acuerdo al reglamento recién emitido por las autoridades, puede considerarse como de afectación a las instituciones públicas, lo que para muchos sería interpretado como censura previa. Las tradiciones de los años viejos y sus testamentos, no tienen como finalidad herir a personas o instituciones, cumplen con hacer conocer, que hechos relevantes no pasan desapercibidos por el pueblo y más bien pueden ayudar a que se corrijan a tiempo.