Año nuevo, vida nueva

Los siglos sintetizan sabiduría en adagios, sentenciosas palabras fruto de la experiencia, como éste que me sirve de título. Cada primer día del calendario anual se analiza la realidad presente -tajo que cierra el pasado- y se formulan propósitos de mejoramiento. Suelen, entonces, examinarse los principales hechos del año anterior y planear metas inmediatas. ¿Fue positivo o negativo el año que termina?

Refiriéndonos al mundo, recordemos que, hace poco, terminó la guerra de Iraq con la muerte de Hussein, fue abatido Bin Laden, líder terrorista de Al Qaeda, y cayó también Gadafi, tras su tiranía de 40 años. En todos esos, y muchos otros casos, hubo irrisión del ‘ius gentium’, dolorosa quiebra de los derechos humanos y censurable prevalencia de la ‘doble moral’. Se cuentan por decenas de miles, talvez centenas, las víctimas de guerras desatadas por la ‘legítima defensa preventiva’, hipócrita doctrina del capitalismo imperial; pero las bajas de las superpotencias agresoras son, por contraste, reducidas. No así el costo de esos conflictos, generador de la grave y creciente crisis que afecta a toda Europa, en especial a EE.UU. (¿comienza su decadencia?) y que repercutirá con dureza en Iberoamérica. Los intentos de Obama, el primer presidente demócrata afrodescendiente, por atenuar esta crisis, son neutralizados por la terquedad republicana. Por contraste, aumenta cada vez más la influencia expansiva de la economía china: su capitalismo de Estado, fiel a Mao, parece ser ya el mayor acreedor de los países en desarrollo o subdesarrollados.

En lo nacional, formulamos votos por la paz social: ¡que termine el mutuo acoso entre poder público y medios! Mencionaré además, hechos que nos apenan como humanos aunque nos ejemplifiquen como cristianos: el retorno al misericordioso. Punto Alfa y Omega de tres muy queridos amigos: dos fraternos colegas e individuos de número en la Academia Ecuatoriana de la Lengua, Carlos Joaquín Córdova, su director emérito, eminente lexicógrafo, y Mario Cobo, caballeroso ambateño y altísimo poeta. Recuerdo al progresista compañero de luchas cívicas, Simón Bustamante. Son, en cambio, hechos faustos que nos alegran y de los que damos gracias a Dios: la convalecencia de Mons. Antonio Arregui, presidente de la Conferencia Episcopal, tras una grave cirugía; la primera piedra de los nuevos edificios de la Universidad Católica en Nayón; la merecida presea ‘Pedro Fermín Cevallos’ al eminente científico, numerario en las academias Nacional de Historia, de la Lengua y la Medicina, Dr. Plutarco Naranjo, por sus 90 años; el medio siglo de vida de la Mutualista ‘Pichincha’; el nuevo triunfo de la académica Dra. Lupe Rumazo y su brillante libro ‘Los marcapasos’; el merecido galardón al Dr. Renato Pérez Morgan, uno de mis sobresalientes alumnos, y el gran triunfo internacional de LDU, colocada en el primer casillero del fútbol.

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