Un nuevo escenario político emerge. El frente de Alianza País (AP) crítico al Gobierno pasó a una oposición más activa lo que ha marcado la pauta de ese cambio.
Por un lado, convocando a la militancia a realizar medidas de hecho, como movilizaciones. Y también interponiendo recursos legales contra la consulta popular y los líderes visibles que optaron por estar más cerca del presidente Lenín Moreno.
El Régimen ha tenido que reaccionar sobre la marcha y activar a sus frentes de respaldo tanto en el oficialismo, como en los movimientos aliados, para medir fuerzas y tratar de imponerse.
En medio de esta disputa, los líderes de Alianza País, críticos a su vez a la gestión del anterior Régimen y defensores de Lenín Moreno, se han cuidado de no apuntar los dardos al partido Alianza País, lista 35. Sus críticas han sido dirigidas a personas; figuras del correísmo.
Un interés implícito podría advertirse. Al Gobierno no le interesa acabar o romper con Alianza País. No puede quedarse sin una estructura política propia, para gobernar. Si bien los movimientos aliados le dotarían de un sostén para tomar las medidas necesarias, estas son estructuras que responden a intereses propios y legítimos.
Pensar en crear un movimiento nuevo lleva tiempo y un costo político que en la actual coyuntura podría pasar una factura mayor al Gobierno de Moreno.
Alianza País es una marca que aún tiene un posicionamiento importante, especialmente en los sectores más populares. Fundamental, a corto y mediano plazo, para encarar la campaña por el Sí que deberá impulsar el Régimen en la consulta popular. También para encarar el proceso previo y la propaganda para las elecciones locales del 2019.
No pasa lo mismo con el correísmo, que se ha visto seriamente golpeado en su imagen, sobre todo por los últimos hechos de corrupción revelados. De ahí que se entiende el afán de ‘descorreizar’ AP, sin tocar al partido.