Bahía de Caráquez sigue siendo tranquila y hospitalaria, aunque ahora se vea y se sienta solitaria. Es cierto que los escombros la tienen un poco aislada, sin embargo, los vecinos y las autoridades se han empeñado en reactivarla.
La única manera para que Bahía de Caráquez vuelva a ser el sitio de descanso, preferido sobre todo por los quiteños, es incentivando a sus habitantes a que se queden en la urbe bahiense y que acojan a los turistas.
Suena bien que las autoridades piensen en promover el crecimiento de nuevos polos de desarrollo, como la parroquia Leonidas Plaza, situada a no más de un kilómetro de la urbe del cantón Sucre. El alcalde Manuel Gilces asegura que es una zona que ofrece mayor territorio y muchas oportunidades para crecer; sin embargo, tampoco es adecuado olvidarse de la ciudad bahiense, porque eso significaría la ‘muerte’ de la apacible Bahía de Caráquez.
El Burgomaestre ha dicho que existen planes para hacer de la zona -afectada por el terremoto- un corredor ecológico y turístico.
La migración de muchos de sus habitantes -que no perdieron sus viviendas o negocios- es una señal de que es necesario ver la forma de contener esa salida. Es decir, pensar en incentivos para reactivar prontamente el turismo, que es una de las actividades principales económicas de la ciudad.
Si bien la ciudad no tiene todas las 1 200 plazas de hospedaje disponibles, se cuenta con 433 espacios. Además, el 80% de la red de bares y restaurantes está en pleno funcionamiento para los turistas.
Los bahienses se han ido, porque ya no hay ventas, no hay clientes y porque aún quedan los escombros de las demoliciones, que también espantan a los visitantes.
Las calles de la ciudad se ven solitarias y muchas viviendas deshabitadas. Si este fenómeno sigue y no es atendido oportunamente representa un serio peligro para el desarrollo de la urbe, luego del terremoto de abril. La idea es que Bahía de Cáraquez no muera y siga siendo un destino para los vacacionistas.