La larga visita del presidente de Estados Unidos, Donald Trump por varios países de Asia tuvo una constante: Corea del Norte.
Trump visita en 12 días Japón, Corea del Sur, China, Vietnam y Filipinas (en orden cronológico). En cada escala hizo notar el punto de vista de su país y su gobierno sobre la amenaza nuclear del régimen de la dinastía tiránica de Corea del Norte.
Kim Jong-un ha lanzado de modo sistemático misiles con cabezas nucleares a los mares próximos de otros países de la zona y hace de modo sistemático alarde de su poderío nuclear. Amenazó con una lluvia de fuego sobre EE.UU. y se discute el alcance de sus misiles nucleares, se dice que podrían llegar a Alaska. En Japón la protección de ese país ante potenciales amenazas y el refuerzo de su flota de aviación, acordado con el Primer Ministro Shinzo Abe fue acompañado por algunas manifestaciones de rechazo al Presidente Trump.
Lo mismo sucedió en Corea del Sur, país que sufre la mayor vulnerabilidad frente a su vecino con quien comparte una larga frontera, las bases militares norteamericanas se refuerzan, son muchas y las maniobras conjuntas con tres portaviones nucleares, 11 barcos de combate, son las de mayor despliegue en el tiempo. Y un gesto: una rueda de prensa de Trump en una base norteamericana cerca de Seúl hablan del modo de rechazar la amenaza norcoreana.
En China Popular, agradeció la postura de la potencia en la ONU, pero expresó que espera una acción que puede solucionar fácil y rápidamente la cuestión. China es vecino de Corea del Norte y su peso geopolítico es indudable en la región. En Vietnam, en el foro Asia Pacífico, Trump criticó lo que calificó como fantasías del dictador norcoreano.
Mientras el portavoz del Ministerio de RR.EE. del Régimen de Pionyang calificó a la gira de Trump como belicista frente a lo que estimó un poder de disuasión nuclear de defensa. Corea del Norte, un fantasma peligroso que ronda la gira.