Al Gobierno le ha costado tiempo asimilar que el petróleo no volverá a ser el mismo de antes. Hasta hace un mes el Presidente de la República mantenía el discurso de que “lo peor ya pasó”, en referencia a la recuperación que registró el precio del petróleo en el segundo trimestre de este año, cuando promedió USD 55 por barril, 31% más respecto al primer trimestre.
Ese mejor escenario se esfumó en julio pasado y se deterioró más cuando el precio cayó por debajo de los USD 40 en agosto.
El Régimen cree ahora que el precio se mantendrá bajo en el mediano plazo y Finanzas ya planifica el Presupuesto del próximo año con un barril no mayor a USD 40, la mitad de lo que había proyectado para el presente año.
Esta previsión más realista tendrá varios efectos en la economía nacional en el 2016, que serán iguales o más profundos de los observados en lo que va de este año por la reducción obligada en la inversión estatal.
Aunque el Régimen no ha presentado un plan de ajuste detallado y articulado con los sectores sociales y productivos, en la práctica ha comenzado a tomar una serie de medidas que apuntan a una contracción del aparataje estatal y de la economía en general.
El tamaño del ajuste todavía no está claro, pero basta saber que un Estado que hoy pesa el 45% del PIB no es sostenible con precios de petróleo de USD 40. Los recortes en el Presupuesto por USD 2 220 millones y el financiamiento conseguido por el Régimen hasta la fecha son insuficientes, por lo que se esperan nuevos recortes.
La receta aplicada hasta ahora ha sido reducir la inversión, dejar de reconocer obligaciones con el IESS y contratar deuda cara.
El anuncio de una optimización de ministerios va en la misma línea pero tiene un límite. Mientras el Estado se achica, la salida sería que el sector privado gane protagonismo.
Pero el diálogo público-privado y un proyecto de Ley con el mismo nombre son propuestas que hasta hoy no han ido más allá de la etapa del anuncio.