El precio del petróleo ecuatoriano tuvo un vertiginoso aumento durante el último trimestre del 2017, lo que empujó la cotización promedio a USD 46 por barril el año pasado. Ese valor fue 32% mayor al registrado en el 2016 y también 10% mejor respecto al 2015.
De hecho, se trata del mejor resultado desde fines del 2014, cuando los precios del petróleo empezaron a caer en el mercado luego de casi una década de bonanza.
El precio del petróleo alcanzado el año pasado también fue superior al que habían pronosticado las autoridades económicas en el Presupuesto del Estado: USD 41,69.
Esos cuatro dólares de aumento debían reflejarse en unos USD 300 millones más de ingresos fiscales, pero el beneficio fue menor. El volumen de producción y de exportación petrolera del país se redujo, en parte, por el acuerdo impulsado por la OPEP, que implicó bajar la oferta de crudo para que los precios repunten. También influyeron las menores inversiones en el sector.
El recorte de la oferta, liderado por Arabia Saudita y Rusia, funcionó y tuvo un mayor impacto desde octubre pasado. El mercado anticipó que el cartel petrolero y sus aliados renovarían el plan de recorte hasta fines de este año, lo cual se reflejó en un repunte de precios para el crudo ecuatoriano. En diciembre promedió los USD 58 por barril y así se ha mantenido a inicios del 2018.
Las proyecciones para este año son mejores porque el 2018 comenzó con un precio alto, que se mantendrá durante el primer semestre del año, cuando hay una mayor demanda de crudos pesados como el nacional.
Para sacar provecho del mejor escenario petrolero, el Gobierno necesitará mejorar las condiciones de venta del crudo, que este año se encuentra comprometido en su totalidad a través de contratos poco transparentes.
De todas formas, el Fisco viene recibiendo más ingresos por el mayor precio del barril -El presupuesto es USD 42- , pero no es suficiente, pues ha echado mano de la liquidez de la banca y del fondo para reconstruir Manabí.