Si el IESS fuese manejado bajo parámetros de eficiencia, sus administradores habrían sido destituidos hace rato, por permitir un continuo deterioro de las finanzas de la entidad.
De los cinco fondos que administra el IESS, el fondo de pensiones es uno de los más sensibles, porque de ahí salen los recursos para pagar las jubilaciones. Pero desde hace dos años los aportes no alcanzan a cubrir los gastos, debido a que el Seguro Social asumió una serie de obligaciones sin el financiamiento correspondiente.
Para cubrir la brecha que empezó a generarse a partir del 2015, las autoridades del IESS decidieron utilizar los ahorros de la institución, dando inicio a su descapitalización, la cual seguirá durante este año.
De no tomarse ninguna medida, los ahorros del Fondo de Pensiones se consumirán en el 2026. Es decir, no habrá recursos para cumplir las obligaciones con los jubilados.
El deterioro de este fondo se aceleró cuando parte de los aportes de los afiliados para tener una pensión en el futuro, pasaron a otro fondo -al de Salud-, cuyos ingresos tampoco alcanzaban para cubrir los gastos. Y, la mejor decisión que encontraron las autoridades del IESS fue triangular los recursos del Fondo de Pensiones hacia Salud, tapando un hueco y creando otro.
Las acciones para hacer sostenible las finanzas del IESS, específicamente del Fondo de Pensiones, pasan necesariamente por un aumento de los ingresos, una reducción de las obligaciones o una combinación de ambas. Por eso se ha planteado, por ejemplo, un aumento de los aportes de los afiliados o una extensión de la edad de jubilación.
Pero en ningún caso se recomienda lo que hicieron las autoridades del IESS en el 2015, cuando no pusieron reparos a la eliminación del aporte fijo del 40% del Estado para pensiones. O en el 2016, cuando sacaron de los balances del IESS la deuda del Estado por salud por USD 2 506 millones. Las decisiones en el IESS se han tomado pensando en las necesidades fiscales, no de los afiliados.