Las prioridades del Gobierno no han cambiado, pese a que el terremoto del 16 de abril conmovió a un país entero, demostrando que la solidaridad sí es capaz de mover montañas y ponernos a soñar en una sociedad diferente.
Los últimos traspiés del Régimen demuestran que la falta de sensibilidad de sus personeros es, ante todo, política. Un conocido ministro despertó una desconfianza innecesaria cuando tuiteó la foto de un generador eléctrico con la etiqueta gubernamental #EcuadorListoYSolidario, pese a que era iniciativa de una familia.
Este no es un momento para crispar más los ánimos, por lo que la foto que compartió Patricio Barriga de la Secom, comparando el avión pequeño del presidente Rafael Correa con el más grande de Juan Manuel Santos, solo causa antipatía. Si el Gobierno no quiere vender sus aviones ni escatimar en sabatinas que no lo haga. Total, desde enero del 2007, la sola voluntad del líder de Alianza País cuenta más que cualquier institución.
En estos días duros de asimilar el desastre de Manabí, se evidenciaron aspectos lamentablemente innegociables en la lógica gubernamental. Por ejemplo, hacer notar que la majestad del Presidente está por encima de cualquier clamor ciudadano, incluso del de aquel damnificado que reclama por agua, pues corre el riesgo de irse detenido. O de aquel voluntario que por su ‘desubicación’ osa hacerle una pregunta.
El terremoto no ha logrado mermar esos ánimos de confrontación de los revolucionarios. En esta hora de unidad nacional, la reforma tributaria se hará como el Presidente quiere, pues tiene los votos en la Asamblea, sin que el cargo de Freddy Ehlers, símbolo del agobiante derroche público, peligre.
La ‘Pame’ también podrá seguir con su proyecto de consulta para resucitar la reelección de su líder. Ojalá que por respeto al dolor de las víctimas del terremoto no les pongan a firmar esos formularios con los que se busca perennizar el autoritarismo.