Antonio Rodríguez Vicéns
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Estoy emocionado: en nuestro país, después de más de ciento ochenta años de una actividad política anodina y estéril, con actores casi siempre mediocres e incapaces de superar una visión parroquiana del mundo, nuestro actual gobernante, gracias a su formación doctrinaria integral, su lucha sin cuartel contra la corrupción y la mentira, su desprecio por la mediocridad y el esbirrismo, sus discursos edificantes, su esfuerzo inclaudicable para garantizar la vigencia plena de valores democráticos, su estricto respeto a la dignidad personal de sus opositores y su defensa a ultranza de la ley y de derechos humanos inalienables como la libertad de expresión, ha logrado crear, a bajo costo, una “imagen de liderazgo mundial”.
Leamos juntos, entusiasmado lector, algunos párrafos del artículo de Ezequiel Vázquez-Ger, publicado el 29 de julio pasado en el diario ‘El País’, de Madrid, que informa sobre los esfuerzos de nuestro gobierno ‘revolucionario’, mediante varios contratos con firmas dedicadas a relaciones públicas, “para penetrar medios de comunicación o establecer canales de diálogo con el Gobierno americano”, en una demostración de doble incoherencia: sin conocimiento de los ecuatorianos, busca dos objetivos básicos: “penetrar medios de comunicación” (beneficiarse de una eventual actitud favorable del poder mediático siempre condenado) y “establecer canales de diálogo con el Gobierno americano” (representante del imperialismo enemigo y depredador).
El articulista habla de un gasto de once millones de dólares. El contrato más “interesante” es el celebrado con la firma ‘McSquared PR’ (tal vez dirigida por tres ecuatorianos), firmado en abril de 2013 y registrado tardíamente el 3 de julio de 2014, por un monto de seis millones cuatrocientos mil dólares, con un promedio de quinientos treinta y cuatro mil dólares mensuales. “El mismo dice que quien solicitó la contratación fue el Dr. Fernando Alvarado Espinel, Secretario Nacional de Comunicación del Ecuador, con el fin de contrarrestar las fuerzas internacionales que quieren ‘destruir la creciente imagen de liderazgo mundial del presidente Correa y aislar al país de la comunidad internacional’…”
Este artículo, que no puedo analizar en su totalidad por falta de espacio, me ha dejado varias inquietudes: ¿La ‘revolución ciudadana’, siguiendo su sana costumbre, enjuiciará al diario español? ¿Los desinformados ecuatorianos conoceremos algún día el contenido de esos contratos y su valor total? ¿Qué tiene que hacer Gustavo Jalkh, presidente del Consejo de la Judicatura, en esas gestiones de relaciones públicas? ¿Acaso su presencia es una forma de probar la independencia de la administración de justicia? ¿Los recursos públicos sirven para la promoción personal? ¿Qué harán los pasivos organismos de control? ¿O estamos, una vez más, ante un hecho que dentro de pocos días será convenientemente olvidado?