No es ilegal pero sí antiético. En sus últimos periplos por EE.UU., Italia y España el presidente Rafael Correa no perdió la oportunidad para hacer proselitismo político.
El Mandatario realizó el sábado pasado su enlace ciudadano desde Barcelona. A más de insistir en todos los logros de su Gobierno, especialmente para los emigrantes ecuatorianos, volvió sobre su libreto de las últimas sabatinas: atacar a la partidocracia (es decir la oposición), en particular al candidato Guillermo Lasso, que se mantiene segundo en las encuestas.
“Los más grandes saqueadores del país fueron los banqueros corruptos que nos quebraron en el 1999, por culpa de ellos ustedes están aquí. Eso lo hizo el presidente Mahuad y su superministro de Economía era Guillermo Lasso, el candidato de derechas”, sostuvo Correa. Hace dos semanas, también estuvo en Nueva York, donde tampoco perdió la oportunidad para hacer campaña.
Aunque la Ley solo le prohíbe al Presidente intervenir en las elecciones en el país, es elocuente el silencio de las autoridades electorales, que ni siquiera se han pronunciado sobre el tema. Esos desplazamientos del Presidente y su comitiva son cubiertos con recursos públicos, no imputables a la campaña oficialista, lo cual pone en franca desventaja al resto de postulantes, que evidentemente no están en condiciones de cubrir periplos al exterior.
Las últimas encuestas muestran a Moreno, estancado, con un promedio del 32% de los sufragios, seguido por Lasso con un 20%. En este escenario habrá segunda vuelta, en la cual lo más probable es que los votantes que apoyaron a los candidatos de la oposición respalden al postulante de esa tendencia.
Por eso, para el oficialismo es vital ganar en primera vuelta. De ahí la importancia de los sufragios de EE.UU., Italia y España, donde
378 000 ecuatorianos están habilitados para votar. A esto se sumaría un 4% de los votos nulos y blancos, que se asignarían al ganador y para el Gobierno son oro en polvo.