Da gusto saber que muchas más ciudades y provincias se ofrecen como nuevos destinos para que los turistas, sobre todo los ecuatorianos, se paseen y fomenten esta actividad.
Se descubren paisajes únicos, bosques, ríos y se disfruta de la naturaleza sin contaminación. Sin embargo, el viajero sale decepcionado inmediatamente, por la mala calidad de los servicios.
Más o menos eso ocurrió con los turistas que fueron a descansar por un día en algunos de los centros vacacionales campestres de Santo Domingo de los Tsáchilas, durante el último feriado de Carnaval.
Su infraestructura es buena, pero el pésimo servicio de alimentación y de atención, y la excesiva cantidad de personas hacen pensar dos veces antes de volver en el próximo feriado.
Ciertamente, los precios son económicos, pero eso no significa que ese turismo deba ser de mala calidad, sino todo lo contrario, porque no por ser barato tiene que ser malo.
El asueto de Carnaval, uno de los más importantes del año, es una oportunidad para todos, ya que mueve una mayor cantidad de turistas. En los cuatro días de descanso se hicieron 1,47 millones de viajes, un 13% más que en el feriado del año pasado; y también se movieron USD 81 millones.
De alguna manera la efervescencia por el turismo en muchas ciudades, como Santo Domingo, Puyo, El Carmen, Jama, por mencionar algunas, ha motivado a los ecuatorianos a viajar con más frecuencia.
Sorprende cada vez más encontrar novedosas opciones para descansar. Por ejemplo, en Santo Domingo de los Tsáchilas, las zonas que están rodeadas por ríos y montañas han desarrollado interesantes propuestas turísticas, con buenas vías de acceso, corredores para los ciclistas y deportes de aventura en agua; sin embargo, nos quedan debiendo en calidad.
Si se impulsa esa clase de actividad, esta industria crecerá poco, afectará a quienes sí dan buena calidad y nos quedaremos con las ganas de divertirnos con el buen turismo.