A partir del segundo cuatrimestre del 2014, la percepción negativa que tienen las pymes sobre el desempeño de la economía ha tenido un crecimiento permanente. Además, son dos años consecutivos en los que no tienen mejores expectativas para alcanzar un mejor escenario, tanto en ventas como en producción.
Ese es una de los resultados que trae el último reporte del Observatorio de la Pyme, relacionado con el desempeño de este segmento en el primer cuatrimestre del 2016.
Entre enero y abril de este año, un 64,9% de las 445 empresas consultadas comentó que los niveles de producción bajaron en comparación con igual período del 2015; mientras que un 64,2% señaló que las ventas se redujeron en el mismo período analizado.
La caída del consumo ha sido constante a lo largo de este año; prueba de ello es el Índice de Precios al Consumidor. La inflación anual en noviembre alcanzó el 1,05% y se constituyó en la cifra más baja en el undécimo mes del año, desde el 2000, cuando comenzó la dolarización de la economía.
Las decisiones de gasto que toman los hogares dependen de varios factores, los más importantes: el ingreso disponible y las certezas frente a los futuros ingresos. Con base en estos aspectos y dependiendo de la situación o la necesidad, acceden a un crédito bancario. De lo contrario, no lo hacen.
Algo similar hacen las empresas: invierten, si las expectativas de ventas se incrementan, y -consecuentemente- se endeudan, para aumentar su capacidad productiva.
La contracción de la economía en los últimos dos años ha ocasionado que tanto los hogares como las empresas decidan apostar por un mayor ahorro y han postergado, por ahora, la demanda de crédito. Todos están a la expectativa de conocer qué pasará en las elecciones del 2017, más aún cuando en la agenda nacional de nuevo toma protagonismo el polémico proyecto de ley de plusvalía.
En medio de este escenario es poco probable que por decisiones administrativas un mayor ‘dinero ocioso’ se ponga a trabajar.