El ‘american apartheid’

Históricamente, los emigrantes mexicanos han padecido en EE.UU. no sólo discriminación, bajos salarios, nulas prestaciones y, particularmente desde el periodo del presidente George Bush, redadas, tanto en sus lugares de trabajo como en las calles donde suelen solicitar trabajo.

Éstas se han efectuado con la finalidad de repatriar, encarcelar o deportar a aquellos trabajadores que carecen de permiso para trabajar en EE.UU. Pero si esto nos parece ominoso, recientemente, en no más de un par de semanas, dos asesinatos de mexicanos fronterizos han generado indignidad, rabia y sentimientos de frustración frente a un Estado que pareciera continuar la “política de carecer de una política migratoria”.

Considero que las prácticas racistas o xenofóbicas se dan en un contexto donde aún los problemas de la economía norteamericana no han sido resueltos. Es decir, tanto el desempleo como la pérdida de capacidad de compra de amplios sectores de la población norteamericana aún son problemas no resueltos. Si a esto agregamos la serie de arengas que se han suscitado entre quienes apoyan una reforma migratoria contra quienes se oponen a esta, no es de extrañar que este tipo de abusos se exacerben, so pretexto de proteger la seguridad de la frontera que se comparte con México.

Así pues los problemas económicos, sumados a un ambiente antiinmigrante continuará manifestando actitudes que, como en los viejos tiempos, esconden los temores de una población cerrada a la pluralidad étnica y apegada al sofisma de que los emigrantes constituyen una población que no sólo viene a robar empleos, abusar de los servicios del estado de bienestar norteamericano, ahora también amplios sectores de la población norteamericana abandera la criminalización de la población emigrante frente al temor de no volver a recuperar sus privilegios, es decir, un estilo de vida consumista solo posible gracias a la mano de obra barata de los denominados “indocumentados”.

Cercar la frontera sur de EE.UU. ha sido un objetivo, al menos, desde 1993. Estas acciones trascienden el terreno virtual de propuestas como la 187, promovida por el Partido Republicano, que aunque no hicieron mella en la dinámica de la inmigración, sí dejaron expresar viejos odios, el american apartheid.

Si la sociedad norteamericana no logra comprender y aprender que le benefician más los aportes de los emigrantes -quienes por cierto también pagan impuestos y no necesariamente abusan de los servicios del estado de bienestar-, se estarán condenando a vivir del pasado y en el pasado, donde elementos de índole sociodemográfico, político y cultural, les persigue como el fantasma que retrató Stainbeck, premio Nobel de Literatura, en su libro ‘Las uvas de la ira’.

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