Julio E. Muñoz. Ex Director Ejecutivo de la SIP
Columnista invitado
El 3 de mayo se celebra el Día Mundial de la Libertad de Prensa, que fue proclamado en 1993 por las Naciones Unidas. La fecha tiene especial relevancia para América. Unesco entrega el Premio Mundial Guillermo Cano de Libertad de Prensa, que recuerda al director colombiano, asesinado por el narcotráfico. La celebración se instituyó para que coincidiera con la Declaración de Windhoek, documento que recoge los principios de la libertad de prensa, preparado en un seminario realizado en Namibia.
Este día sirve para evaluar la libertad de prensa mundial y exhortar a gobiernos autoritarios a que respeten la independencia de los medios y el derecho a informar libremente.
Freedom House (FH) acaba de revelar que este año la libertad de prensa cayó a sus niveles más bajos de los últimos 15 años. Los motivos son conocidos: arrestos, censuras, secuestros y asesinatos de periodistas. FH identifica entre los peores infractores de la libertad de prensa a Corea del Norte, Cuba, Irán, Siria, Guinea Ecuatorial.
En América, la calificación de EE.UU. bajó dos puntos debido al tratamiento rudo de periodistas que cubrieron las protestas en Ferguson, Misuri.
No es raro que FH haya puesto en su lista de las calificaciones más bajas a Ecuador, Honduras, México, Perú y Venezuela. La región cayó a su nivel más bajo en los últimos cinco años. Solo Uruguay y Costa Rica siguen siendo los únicos que se ubican entre las 63 naciones con prensa libre.
Hoy, las amenazas también vienen de empresas supranacionales que manejan el entorno de Internet y que podrían llegar a dominar el libre flujo de la información.
Preocupa leer que Facebook ha llegado a un acuerdo para que empresas de medios (entre ellas, New York Times, Buzzfeed y National Geographic) publiquen su contenido directamente en su plataforma. Da para pensar el anuncio de Google, esta semana, sobre un convenio con ocho de los principales editores europeos para desarrollar proyectos “que muestren nuevas formas de pensar en la práctica del periodismo digital”.
Para cualquiera es una tentación irresistible tener acceso a los 1 300 millones de usuarios que tiene Facebook. Esos volúmenes potenciales de audiencia resolverían cualquier problema económico de un medio. El precio es caro, porque entregan todo el poder a una empresa que puede decidir, a través de la manipulación de algoritmos, qué noticias enfatizar, reemplazar o eliminar.
En Facebook y Google prevalece el sentido comercial. La palabra profética es de Jeffrey Rosen, Brookings Institution (2010): “Facebook tiene más poder que un miembro de la Corte Suprema, un rey o un presidente en determinar quién puede hablar y quién puede escuchar alrededor del mundo”.