Ambato, hoy y en mi memoria
Debo confesarle al sabido lector que el haber tenido una vida larga me ha permitido ser testigo de portentos. De Quito a Ambato y de ahí a Cevallos en tren; de Cevallos a Quero a caballo o a pie. A poco, nuestro Marcopamba, el fundo que heredé de mis mayores. Al presente, una red vial impresionante: de Quito, en coche, hasta las cumbres del Igualata. De la luz de vela a las lámparas de kerosene, a la petromax y a la luz eléctrica, TV e internet.
De Ambato, mi ciudad, en los inicios de mi memoria apenas tres parques, el Montalvo, el 12 de Noviembre y el Cevallos. Todos en el centro de una urbe pequeña que no tendría más de 20 mil habitantes. Miraflores y Ficoa, espacios preciosos, llenos de frutales, semiurbanos, cruzados por un río de aguas claras. Los ventarrones con polvo del Casigana. Apenas un mercado, cubierto, a pocos metros del 12 de Noviembre. Algunas plazas con tenderetes, en donde había de todo, incluidos hornado, fritadas, empanadas de morocho y morocho con leche. Desde luego que la tifoidea era una enfermedad endémica.
Vino el alcantarillado, paso de modernidad. Sin embargo, los botaderos de las inmundicias de la ciudad llegaban al río Ambato, el que cruzaba la ciudad y en su curso hacia el norte aquellas aguas contaminadas hasta el presente son utilizadas para el riego de los campos de cultivo y para calmar la sed…
Mi ciudad fue creciendo. Con muy pocas excepciones, Ambato ha contado con buenos alcaldes que han cumplido su gestión en la medida de sus visiones. Al presente no hay mercado que no cuente con un edificio apropiado. Por todas partes parquecitos donde antes eran botaderos de basura. Ya no quedan eriales en Ambato. El Parque de las Flores, inmenso, casi 7 hectáreas de setos de mil colores, las flores ambateñas, un ágora y una laguna con pececitos de colores, espacios de juegos infantiles y hasta un museo. ¿Qué más pedir?, dirán los probos vecinos del barrio.
Hay más, pues ya era hora. Una Planta de Tratamiento de Aguas Servidas, de las aguas negras. De las que llevan los desechos de la ciudad, las que contaminan el río Ambato. Los 5 botaderos de la ciudad hoy llegan a un gran conducto que por el momento se descarga en el Ambato, más allá de las zonas pobladas. Con la Planta concluida aquellas aguas negras serán tratadas en un circuito de procesamientos que las transformarán en aguas limpias útiles para cualquier actividad humana y así llegarán al río ambateño. En no más de un año. Admirable esfuerzo tecnológico. Obra de gran aliento. Washington y el Potomac, París y el Sena, Madrid y el Manzanares, y así. Lo será también nuestro Ambato con su río. ¡Ni faltaba más!
Por donde voy no hay grafitis, de esos que han ensuciado la Capital. Al igual que en Guayaquil, en Ambato es la autoestima de sus habitantes la protagonista de tal portento.