Columnista invitado
Tres mundos habitan la tumultuosa personalidad de Amaru Cholango: el indio, el mestizo, el ‘blanco’. Sabio y fogoso, obsesivo y áspero, hostil y tierno, cosmopolita que pregona sus raÃces indias, vestido de blanco y negro (camisa y pantalón blancos de algodón), sombrero y chaleco de paño negro y su guango a los vientos, va y viene del viejo continente a su lugar de origen, Ecuador, donde –según me decÃa hace poco- le están reclamando cada dÃa con mayor intensidad, sus mayores.
Poeta, dibujante, pintor, escultor, instalador, artista en vivo, ha esparcido su creación desde Alemania por todo el mundo.
Con su palabra ‘amaneció’, luego fueron otros lenguajes los que le poseyeron. Jamás está quieto, quizás el carbón encendido de la que está hecha su levadura humana sea la causa. El carbón: mutación perpetua que delata la levedad del ser. El carbón habla de lo que un dÃa fue y de lo que es, pero que dejará de ser. Es, también, devastación, ignominia, ruina.
La obra de Cholango se funda y enraÃza como una diatriba corrosiva de Occidente y su exacerbado racionalismo; resistencia a una civilización que ha buscado por siglos el conocimiento sin sentido (armamento nuclear; robótica; cibersexo; clonación; inteligencia artificial…, cuyas derivas son el saqueo de la pacha mama y de nuestra humanidad).
Un instante mágico lo indujo a convertirse en artista visual. Obtuvo una beca para estudiar en el Instituto Geológico en Londres y fue a parar en la Tate Gallery. En sus espacios tuvo la sensación de que estaba en un sueño de ayahuasca cuando vio la obra de Van Gogh, Monet, Turner… Ahà empezó su aventura por las artes visuales.
Exaltado, febril, infatigable, lúcido creador como es, pronto encumbró su nombre en Alemania y Europa. Algunas de sus instalaciones memorables: Enfermedad cultural: atriles con libros antiguos incinerados, comentario cáustico de lo que trajo la conquista; Las carabelas de Colón todavÃa navegan en tierra, ahÃtas de peces muertos (la hedentina alude a la intrusión del viejo mundo en el suyo). La trampa: enigmática y crÃptica, recrea –quizás- la imposibilidad de libertad de los seres humanos en la que cree …
Inti churi es su reciente libro de poesÃa. Rastreo de sus escabrosos laberintos interiores.
Empecinada aserción de sà mismo, al fin de cuentas no despojada de humildad.
‘El no tiempo enmascarado de hollÃn/me llamaba desde lejos./¿Dónde está la amada para guarecerme?’ Evasión y retorno. Amor y temblor: muerte: ‘¿Qué dirá el sol mayor/ cuando dos tubérculos/ se hayan posado en mis ojos?’ El tiempo del poeta es la consumación de las estructuras culturales de occidente. Es la era del cambio civilizatorio que ha fagocitado la palabra y el arte convencional. Sin embargo, su palabra esplende como un arado de luz en su propia razón de ser y estar aquà en la tierra. ‘Venir yendo / El oráculo de la Salamandra / ha dejado cenizas…/ El tetraedro está agujereado por los dos lados / ¡MÃrate, mÃrate, no hay salida! / La salida está en ti’.