El diario The New York Times (NYT) publicó hace pocos días una noticia que, por lo delicada, requiere de mayor contextualización.
El caso, ocurrido en Iowa, implica a Henry Rayhons (78), acusado de violar a su esposa Donna Lou Rayhons, de la misma edad, que padecía de Alzheimer, un tipo de demencia que por lo general se presenta después de los 65 años y que básicamente se manifiesta por la pérdida de la memoria.
En mayo del año pasado, Donna estaba internada en una casa de reposo y según los médicos no tenía capacidad mental para consentir un acto sexual.
Ese diagnóstico era desconocido por su esposo, quien argumentó que la relación fue por consentimiento mutuo, no hubo resistencia de su esposa, quien falleció tres meses después de la presunta violación.
Los especialistas consultados por el NYT discrepan en los argumentos. No existen métodos para medir objetivamente la capacidad de una persona para consentir una relación sexual porque en este tipo de demencia el paciente puede alcanzar lucidez por la mañana, pero en la tarde puede alcanzar un grado de absoluta incapacidad. En el mismo reportaje, un médico geriatra afirma que el placer de las caricias es lo último que pierden las personas.
Este caso es apenas uno de tantos que suelen ocurrir y que por lo general desconocemos, a no ser que lo sufra un familiar o una persona valiosa para nosotros. El Alzheimer no tiene cura, es una enfermedad progresiva a la cual hay que prestar mucha atención. Este trastorno resta habilidad a las personas para cumplir con sus actividades cotidianas.
Otro ejemplo lo encontramos en la película ‘Still Alice’, interpretada por Julianne Moore, que aborda el caso de una brillante profesora de lingüística que padece un caso raro de Alzheimer prematuro, a los 50 años. “Preferiría tener cáncer”, dice Alice en un momento de ofuscación al constatar que la enfermedad comienza a progresar, a olvidar palabras, frases y hechos tan simples de la vida.
Se calcula que en Ecuador, entre 80 000 y 100 000 personas sufren esta enfermedad que afecta al 5% de las personas de 65 años, al 30% de 80 años y al 50% de más de 90 años. También se conoce que en septiembre del año pasado se pidió a la Asamblea Nacional que se incorporara al Código de Salud un capítulo específico sobre esta enfermedad.
La solicitud fue planteada por la Fundación TASE (Trascender con Amor, Servicio y Excelencia), una de las pocas instituciones creadas para diagnosticar la enfermedad y apoyar con terapias a los pacientes y sus familiares.
Es imposible prevenir una enfermedad cuyo mayor factor de riesgo es la edad, pero algunas investigaciones concluyen que son más proclives las personas que tienen adicción al tabaco, diabetes, obesidad, hipertensión y escasa actividad mental y física. Todo esto se explica mejor en www.fundaciontase.com.