Desde hace unos años, la iglesia evangélica del estado alemán de Westfalia ofrece con el apoyo de la UE un programa para entrenar a las trabajadoras sexuales como enfermeras y cuidadoras de ancianos.
Dado el envejecimiento de la población, hay una creciente demanda de servicios de cuidado de la población de la tercera edad. Según Rita Kühn, organizadora del programa, las trabajadoras sexuales tienen mucho que aportar a la sociedad gracias a sus buenas habilidades humanas: son muy amigables, no son “asquientas”, no tienen temor al contacto físico (común en las “frías” sociedades del norte), tienen mucha empatía, saben escuchar y transmitir cariño y compañía; habilidades claves en el trato con ancianos y que incluso les dan ventaja sobre enfermeras profesionales, pero con un trato demasiado frío.
También se capacitan para el telemercadeo y ventas.