Es útil como símil la imagen de un Titán encadenado, mientras un águila devora diariamente sus entrañas. Para mejor comprensión es necesario indagar la causa de tan terrible castigo; para el efecto, y siguiendo la ruta de la obra del clásico Esquilo, se trata de una secuela de la guerra entre los Titanes y los dioses del Olimpo que concluyó cuando uno de los primeros –Prometeo- cometió el terrible delito de arrebatar el fuego a los dioses para darlos a los pobres y obscuros mortales.
¿Corresponderá esta versión de la literatura y de los mitos de las antigua Grecia a la situación del actual Alcalde de Quito? Con tal propósito se pueden ensayar algunas semejanzas entre la tragedia griega y la que puede avecinársele o ya la tiene encima el conductor del Cabildo capitalino.
En primer lugar, lo que hizo Mauricio Rodas al lanzarse de candidato para una Alcaldía que no estaba concebida ni autorizada para él, fue parecido a robar el fuego a los dioses para entregárselo a los pobres quiteños. Se puede replicar que en otras estratégicas alcaldías sucedió algo similar en las elecciones del 23-F; sin embargo, no significa lo mismo para una urbe que es capital de la República y a la que se le vaticina un crecimiento que la convertirá en la más grande e importante del país.
En consecuencia, a la luz de la justicia nacional, es correcto que Prometeo vuelva a ser encadenado en esta oportunidad a la Municipalidad capitalina, a su entorno y a sus gravísimos problemas. Empero, no hay que olvidar que es necesario conocer cuál es el águila que devora el hígado del condenado y que, en esta oportunidad, puede ser la realidad presupuestaria. Por eso todas las macroobras y hasta las ordinarias serán imposibles sin la participación directa del Olimpo, sea en dinero efectivo, en garantías internacionales o lingotes de oro. Solo de esa manera, el Alcalde y los mortales quiteños sabrán lo que significa desafiar al Olimpo ganando una elección que estaba destinada a otros beneficiarios. Sin embargo, la historia de la literatura –en la época romántica- produjo el drama lírico Prometeo Liberado, de Percy Shelley.
En tal sentido, siguiendo la alegoría clásica y la romántica, es posible que el Alcalde encadenado de Quito se libre por alguna de las siguientes tres vías. La primera y la más difícil es que retome el liderazgo preelectoral y movilice a sus votantes que fueron una gran mayoría y logre que se conviertan en el sostén militante de la administración y rompan las cadenas que lo atan. La segunda es que, luego del acoso de que sea víctima, acelere una confrontación directa con el Régimen y sea forzado a renunciar o a revocársele el mandato convirtiéndose en un rentable perseguido político; finalmente, -en política todo es posible, dice un cínico y maquiavélico refrán– arríe las banderas y sea el portaestandarte quiteño de la próxima reelección presidencial.
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