La tecnología y la campaña
Es probable que algunos analistas, asesores o candidatos consideren que el atraso institucional y político del Ecuador los inmuniza contra la transformación tecnológica que sucede, en el campo relacionado con la estrategia de las comunicaciones. En materia electoral consideran que continúan vigente la tarima y la radio, y que solo hay que aumentar el volumen de los parlantes y revisar los estrados donde se ejecutan la oratoria o danzas de los candidatos a redimir a la patria. Craso error en caso de insistir en esta aplicación. Evidenciaría que no han analizado los resultados electorales de los últimos tiempos; así como tampoco, la causa y los efectos de las asonadas callejeras en varios países.
Es probable que se sigan considerando que el pueblo solo oye la novela Camay por la radio y que la televisión sigue en blanco y negro. Desconocen que la comunicación cambió y que sus efectos sociales son inmediatos y surgen desconocidos amaneceres políticos.
Es fundamental que el líder o el equipo estén convencidos de que una estrategia abierta, en el mayor grado posible, obtiene resultados. Mientras la comunicación sea concreta, pedagógica, imitando un diálogo casi doméstico la oferta electoral podrá tener mayores efectos en términos de convicción. La comunicación, en materia política y electoral, depende que el líder, su equipo y los expertos estén convencidos de que esta experiencia es productiva. Caso contrario, pronto se evidenciará la artimaña de un proyecto que acabará entre aullidos y payasadas; y con ello, acarreará el colapso de élites profesionales víctimas de un ego pernicioso que solo se sostiene en el halago real o simulado entre pares.
Materia del análisis será comprobar si la apertura comunicacional se produce en la etapa previa del proyecto, que es una época propicia para la rectificación, difusión y el consenso con sectores afines y hasta contrarios para lograr una concertación. El tratamiento y los resultados de los proyectos de ley tributaria en Ecuador, pueden ser un ejemplo de comunicación efectiva en los casos finales y no en la que se mantuvo en secreto hasta el fracaso en el laberinto del proyecto 404.
Debe considerarse que existe una división entre los consultores o asesores y los estrategas que son los que se lanzan a la arena. Es compresible que las líneas maestras del estratega sean de consumo interno y restringido, pero abusar de estos círculos es contraproducente, pues parte del resto de ciudadanos que pueden adherirse, se convertirán en una manada que vota por el facsímil del candidato y los beneficios que ofrece; similares a una pasta de dientes o un jabón de tocador. La insistencia en estas costumbres – las cerradas - son taras de la época de las monarquías absolutas superadas por la explosión de la democracia. Mal presagio para un proyecto electoral será que solo se desarrolle entre iniciados de un círculo cerrado que al final solo muestre la estampa del santo y sus posibles milagros.