No, no somos iguales. Los blancos son más inteligentes que los negros; los pigmeos menos que los daneses o japoneses. No queremos vecinos mexicanos que crían pollos en su patrio trasero; tampoco nos hace falta los miles de musulmanes que entran en el ejército norteamericano para salvar nuestras vidas. Estos árabes piden comida diferente, celebraciones diferentes, no tenemos por qué convivir con ello. ¿Si son estereotipos del latino o del musulmán? Si, pero todo estereotipo es real. Yo puedo discriminar a quien me dé la gana. Quiero un país basado en el modelo europeo, en donde la población europea sea mayoritaria y lo sea en perpetuidad. Los pasos que ha dado Trump en este sentido, son muy encomiables. Primeras formas de eliminación a quienes podrían peligrosamente reducirnos a ser minoría. (Transcripción no literal de las declaraciones del editor de la revista “American Renaissance”, Jared Taylor, entrevistado por el periodista estadounidense latino Jorge Ramos para Univisión, 31 deoctubre, 2016).
El agudo e inteligente periodista Ramos comenta a Taylor que el 17% de la población en Estados Unidos es latina y que solo les representa 3 senadores; que lo ideal tendría que ser el lograr 14 escaños. Que efectivamente en el 2044 los “blancos” serán una minoría. “Es (también) nuestro país”, reclama Ramos; Taylor ríe a carcajadas. No queremos perder el poder…No vamos a permitirlo. Es repugnante, concluye Ramos.
He vuelto a escuchar la entrevista muchas veces y en cada una de ellas parecería ser que asisto a una nueva payasada que no puede ser real. Una tomadura de pelo de un payaso blanco de pelo cano, vestido de terno, de voz poderosa y prepotente. Lamentablemente no es una broma, es una voz que representa el sentir de millones de estadounidenses -especialmente del Bible Belt- muchos ignorantes, desconocedores de las relaciones geopolíticas mundiales, fáciles de manipular porque precisamente viven de estereotipos en su reducido mundo. Aislados y complacientes, buscan trabajar sin tregua para jubilarse “jubilosamente” y… si no les alcanza, planificar una futura vida de placeres exóticos en los lugares cuyo habitantes ellos mismo han repudiado toda su vida: Costa Rica, Ecuador, Panamá o el mismo México. Qué ironía, no?
Las nanas de sus hijos son guatemaltecas que dejaron los suyos para criar niños ajenos; plomeros y constructores salvadoreños que -a costa de olvidar su propia tierra- alzaron los grandes edificios donde habitan ustedes gringos. Lo hicieron por necesidad. Una nota adicional: ustedes, señor Taylor, no son europeos, dejaron de serlo hace siglos. Ustedes (y me refiero al enorme “melting pot”), han creado su propio modelo, uno que al parecer está en crisis. ¿Es este el verdadero miedo? ¿La estrepitosa caída del Imperio?