El intento de aprobación a última hora de un nuevo esquema de seguridad del Estado, al margen de la Constitución, dentro del trámite reactivado del cuestionado proyecto del Código Orgánico de Entidades de Seguridad Ciudadana y Orden Público, debe generar por lo menos la preocupación en el país y de manera especial en la fuerza pública.
El proyecto fue presentado por el Ejecutivo en la Asamblea hace cerca de seis años y contenía inicialmente cuatro libros, pero lo más cuestionado se relacionó con la creación de cuerpos armados de seguridad: uno que acompañaría al trabajo de la Policía Judicial y otro, el más importante, encargado de la protección del Presidente y altos funcionarios del Estado, que estaría dirigido y controlado por el Ministerio del Interior (de política).
El proyecto fue tratado este fin de semana y se aspira aprobar apresuradamente las próximas horas en la comisión legislativa para que luego, en esta última semana de labores del pleno de la Asamblea, sea aprobado en segundo debate. La Constitución, art. 158, establece que la protección interna y el mantenimiento del orden público son funciones privativas del Estado y responsabilidad de la Policía Nacional. Se suma la última enmienda constitucional que dispone que las FF.AA. complementariamente apoyarán en la seguridad integral del Estado. En ningún momento se habla de otros grupos armados que se dediquen a la protección dentro del Estado y por tanto esta propuesta es inconstitucional.
Los mandos temporales de la fuerza pública deben estar conscientes y no solo argumentar una parte de la Constitución, art. 159, de que son obedientes y no deliberantes, pero conocen que deben cumplir su misión con sujeción al poder civil y básicamente a los mandatos constitucionales. Sin ser timoratos, deben remitirse y leer bien el art. 158 que dice que FF.AA. y Policía son instituciones de protección de los derechos, libertades y garantías de la gente. Deberían estar preocupados, sin temores ni favores a nadie porque son generales de la República, se deben a la Nación y responsables de la institución.
Hay malas experiencias de estos grupos: el Servicio secreto que se creó en Alemania para proteger a Adolfo Hittler en la era nefasta para el mundo del nacional socialismo y el fascismo. Los Tonton Macoute, organizados por los dictadores de Haití, padre e hijo Duvalier, que fueron grupos paramilitares organizados para apoyar y defender al régimen y reprimir a los supuestos enemigos.
Las fuerzas paramilitares de Colombia y los grupos armados de defensa del proyecto político fracasado de la revolución bolivariana en Venezuela, con asesoramiento cubano, con nefastas consecuencias para sus ciudadanos y que les tiene enfrentados en las calles, con un saldo lamentable de sangre y muertos. ¿Eso queremos para el país?