En mis dos últimos artículos, he tratado el tema de la intolerancia. Antes de continuar con la exploración de sus orígenes, presento en este un singular caso de la misma, ocurrido en un lugar que, uno podría pensar, era ajeno a ella.
Pocas manifestaciones de la civilización grecorromana fueron más imponentes que la gran Biblioteca de Alejandría, ciudad que se había convertido, a través de varios siglos y por consciente decisión de sus gobernantes, en un centro cultural del más alto prestigio. Según Stephen Greenblatt, catedrático de la Universidad de Harvard, en Alejandría se dieron muchos brillantes logros cuya trascendencia sobrevive hasta el presente: Euclides desarrolló ahí su geometría, Arquímides descubrió la constante matemática pi y dejó establecidas las bases del cálculo diferencial e integral, Galeno revolucionó la medicina, los geómetras determinaron que un año tiene 365 días y un cuarto y propusieron añadir un día al calendario cada cuatro años, y los geógrafos plantearon llegar a la India navegando desde España hacia el Oeste.
A principios del siglo V, cuando el cristianismo era ya la religión oficial del Imperio, se dio una feroz controversia entre los seguidores del patriarca Néstor de Constantinopla y los cristianos de Alejandría respecto de la naturaleza y divinidad de la persona de Jesucristo. El patriarca Cirilo de Alejandría azuzó a sus fieles a que afirmen, a través de una interminable serie de ataques y acciones violentas, la absoluta preeminencia de sus creencias, no solo en aquella controversia sino frente a los judíos y a todos los demás no cristianos a quienes se aplicaba el término genérico y despectivo de “paganos”.
En el año 415, esas desenfrenadas evidencias de intolerancia alcanzaron su clímax cuando, siguiendo las exhortaciones del patriarca y de sus seguidores más cercanos, una turba atacó a la más distinguida intelectual pagana de Alejandría, Hipatia, famosa profesora de filosofía, maestra del pensamiento de Sócrates, Platón y Aristóteles. Sus atacantes llevaron a Hipatia a una iglesia, la desnudaron, la despellejaron con trozos afilados de cerámica mientras ella aún respiraba, y finalmente arrastraron lo que quedaba de su cadáver a las afueras de la ciudad para quemarlo.
¿Cuál había sido el crimen de Hipatia? No compartir las creencias de Cirilo.
Greenblatt sugiere en una obra reciente que el espeluznante asesinato de Hipatia “significó mucho más que el fin de una persona notable. En efecto, marcó el colapso de la vida intelectual de Alejandría, y la muerte de toda una gran tradición intelectual.
La Biblioteca, y su sueño de reunir todos los textos, todas las escuelas, todas las ideas, ya no se encontraba en el centro protegido de la sociedad civil”.