Las misiones tanto de las Fuerzas Armadas como de la Policía Nacional están claramente señaladas en la Constitución; aunque no se consideró el concepto de “Fuerza Pública” (Fuerzas Armadas y Policía), estableciéndose misiones específicas para cada una de estas. El Art. 158, dice: “La protección interna y mantenimiento del orden público son funciones privativas del Estado y responsabilidad de la Policía Nacional” y que “Las Fuerzas Armadas tienen como misión fundamental la defensa de la soberanía y la integridad territorial”. La palabra privativa según el diccionario de la RAE: “Propio y peculiar singularmente de alguien o algo, y no de otro”.
Aunque jamás los militares han estado ajenos al control del narcotráfico, el crimen organizado, de precursores químicos, de armas, del contrabando de combustibles, del tráfico humano entre otros delitos. Las Fuerzas Armadas han colaborado en labores de inteligencia; la información ha sido siempre un importante instrumento para la toma de decisiones y para prevenir y neutralizar acciones delictivas; igualmente están realizando permanentemente operaciones de interdicción marítima y área y lo que es más, la vigilancia en la frontera sur y la más conflictiva, la del norte; muchas veces ha habido que enfrentarse a fuerzas irregulares y a bandas criminales, enfrentamientos que han cobrado vidas.
El exhorto que ha hecho la Asamblea para que los militares salgan a patrullar las calles de las ciudades, a cumplir actividades policiales, suena bien; pero su formación, entrenamiento, equipo y armamento están diseñados para cumplir misiones de combate. Opiniones de especialistas del país y del exterior han manifestado lo peligroso que resulta utilizar a los militares en misiones ajenas a su formación y han señalado las malas experiencias y magros resultados en otros países.
Todos los esfuerzos deben ser dirigidos y orientados a que la Policía se fortalezca y cumpla su misión fundamental.
El Estado es responsable de garantizar a la sociedad seguridad, ésta pasa por la creación de fuentes de trabajo con salarios dignos, por la modernización y mejoramiento del servicio policial (dotación de armamento y equipo adecuado, garantía de seguridad social y rigurosa selección de sus miembros), la eficaz prevención del delito, la investigación y captura de los responsables cuando este se produce; además, pasa por la actuación confiable y a tiempo de la justicia para que los delitos no queden en la impunidad y por una reforma integral de los centros penitenciarios.
En conclusión, es necesario mantener a los militares en actividades propias de su formación porque al distraerlos en otras actividades, se corre el riesgo de desnaturalizar su profesión.