En México, las fuerzas de choque de un partido que gobernó más de 70 años agredían con palos y piedras a los opositores, en Haití, los ‘tontons macoutes’, que protegían con devoción al dictador ‘Baby Doc’, arremetían con fuerza, a palos y a patadas, contra quienes desafiaban su poder.
En el ocaso del régimen de Gutiérrez aparecieron grupos de choque para intentar defender lo indefendible, cuando prácticamente todo estaba consumado y la caída era cuestión de días o de horas.
En el Quito contemporáneo, la semana pasada y al calor de las pasiones legislativas, usaron los peores calificativos para dirigirse a una mujer indígena, como por ejemplo, “por qué usas zapatos, eres analfabeta”, etc., y en Guayaquil una periodista fue insultada por una turba enardecida.
La mujer indígena era la diputada Lourdes Tibán, quien aguantó dentro de un vehículo el asedio de militantes políticos desorbitados por tratar de imponer un solo pensamiento. No pensaron, o tal vez sí, no vieron, o quizás sí, que la asambleísta tenía en sus brazos a su pequeña hija.
La calentura política no permite racionalizar los pensamientos, la violencia se apodera de las mentes, la lucha se vuelve irracional, el ataque es la única respuesta… las hordas actúan.
El palo, las banderas, el garrote y las piedras son las armas que la muchedumbre utiliza para agredir. Así fue como atacaron a los últimos diputados que tuvo esta frágil democracia antes de que se instale una Asamblea que cambió la Constitución de 1998 por la de Montecristi. Esas armas vuelven cuando creíamos que vivíamos una manera diferente de discutir nuestras diferencias.
La periodista insultada en Guayaquil fue Tania Tinoco. La muchedumbre apostada en los alrededores de la Corte de Justicia de esa ciudad lanzó toda clase de improperios a la colega, quien debía declarar como testigo en el juicio más controvertido que recuerde la historia nacional. Periodista pelucona, fue lo más suave que se escuchó en medio del zafarrancho y de un contingente policíaco-militar que parecía anunciar un estado de guerra y no una democracia de paz.
Conozco la trayectoria profesional de Tania, mujer inteligente, estudiosa, ha alcanzado una posición económicamente estable. ¿Esto es malo acaso? La irracionalidad dice que eso no importa, hay que insultarla, pero aprovechando que llegaba sola a la audiencia.
Los insultos no pueden amedrentar a la colega. Ella, como la gran mayoría de periodistas, estamos mucho más allá de estas desagradables coyunturas políticas y de las pugnas insaciables por el poder. Que Lourdes Tibán sea indígena tampoco es motivo de frustración. Claro que debió sentir miedo, especialmente por el bebé que se aferraba a su cuerpo, pero al calor de las pasiones las razones no existen.