Bienvenidos a la era de los ajustes parche. Reformas que, en la mayoría de los casos irán en la dirección correcta, pero que serán tan tímidas que habrá que hacer otra reforma el mes siguiente y otra el subsiguiente. Y seguir en esa onda por un buen tiempo.
Y nunca podremos sentarnos a pensar y planear “la vida después del ajuste”.
Las importantes reformas que se anunciaron a inicios de octubre (reducción de subsidios y más) sólo hubieran solucionado una parte de los problemas. Por ejemplo, al reducir el gasto en unos USD 2 000 millones, sólo lograban reducir en 20% las necesidades de financiamiento del Gobierno del año 2020. Cuando se derogaron las medidas, ni eso se logró.
La extensa reforma legal presentada el mes pasado, con sus 450 artículos y disposiciones transitorias, atacaba algunos temas, pero dejaba muchos afuera. Por un lado, buscaba aumentar los ingresos del gobierno en unos USD 700 millones y también atendía, entre otros, problemas legales en temas de Banco Central, supervisión bancaria y austeridad fiscal. Pero no se refería a asuntos como el IESS o cambios a la normativa laboral. Cuando se negó el proyecto, ni eso se logró.
Ahora nos vemos frente a un proyecto con una meta de recaudación de USD 500 millones, lo cual es el 5% de las necesidades de financiamiento del Gobierno en el próximo año, un avance sin duda, pero limitado, que no pasa de ser un parche frente a los problemas fiscales y un parche muy pequeño frente a la totalidad de los problemas de la economía.
Algún día, en este o en el próximo gobierno, tendrá que hacerse todo lo que queda pendiente, o sea, las reformas que requieren el sector financiero, las pensiones de jubilación y el mercado laboral, entre muchos otros campos. Y mientras tanto seguiremos atrapados en la lógica del ajuste después del ajuste después del anterior ajuste.
Y se requerirá muchos años para que el gobierno tenga suficiente oxígeno como para poder derogar un impuesto tan dañino como el que graba la salida de divisas. Si bien ese impuesto desincentiva la entrada de capitales al país (¿quién va a entrar a donde no le dejan salir?), también le genera al fisco unos USD 1000 millones al año, por lo que un gobierno desfinanciado hasta la médula no puede darse el lujo de despreciar. Necesita tener una alternativa de ingresos antes de renunciar a esta, pero en el horizonte no se ve nada que vaya en esa dirección.
Parecería que vamos a seguir en este ritmo cansón y repetitivo de las reformas parciales por un buen tiempo, bailando la misma música, los mismos acordes una y otra vez, demostrándole al mundo que somos incapaces de ponernos de acuerdo en cómo ajustar la economía y rogando que los próximos gobierno sí lo logren. Ojalá lo logren.