Ahora que ha disminuido el conflicto entre el poder político y los medios, el país debiera concentrarse en combatir a sus reales enemigos: la inseguridad y el narcotráfico.
Estos males no son el resultado de unos desempleados muertos de hambre que salen a robar para subsistir, sino de la presencia de auténticas organizaciones criminales que corrompen a la sociedad. Así lo confirman no solo el ‘Reporte mundial de las drogas 2011’ de las Naciones Unidas, el ‘Reporte del control de narcóticos 2011’ del Departamento de Estado de los Estados Unidos y el informe de responsabilidad social de las Fuerzas Armadas del Ecuador, que advierten sobre los riesgos del incremento del narcotráfico en el país, sino hasta el presidente Correa, quien recién dio una muestra de la influencia de esas mafias, al revelar que el Gobierno destruyó la maquinaria que era utilizada en un asentamiento de minería ilegal porque provenía del dinero de actividades irregulares.
La mala noticia es que el grave estado de la inseguridad y del narcotráfico tiene todo el potencial para empeorarse. En los próximos años, cientos de ecuatorianos podrían convertirse en mano de obra barata para las mafias de la droga, que también lo son de la extorsión.
Un estudio del Comité Empresarial Ecuatoriano revela que los trabajadores vinculados a los sectores que exportan a la Unión Europea representan el 50% de la población económicamente activa de la provincia de Los Ríos, el 42% de la de Manabí, el 32% de la de Esmeraldas y el 27% de la de Cotopaxi. Parte de esa gente está en riesgo de quedar en un estado de vulnerabilidad muy oportuno para las organizaciones criminales. A finales del próximo año las preferencias arancelarias que la Unión Europea otorga al Ecuador se terminarán definitivamente, lo que en la práctica significa que, por ejemplo, el arancel del atún pasará del 0 al 24%, el del brócoli del 0 al 14% y el de las rosas del 0 al 9%. Semejantes condiciones supondrán el fin de importantes fuentes de empleo lícito, una vez que los países que tienen una oferta exportable similar a la del Ecuador ya han suscrito acuerdos comerciales con la Unión Europea.
La indefinición de la Cancillería respecto al avance de las negociaciones comerciales con la Unión Europea constituye, indirectamente y por supuesto sin intención, un apoyo a las mafias del narcotráfico y a la violencia que siempre acompaña al negocio de las drogas ilícitas y que desintegra a las sociedades. Por ahora la preocupación no es qué hacer para paliar la grave situación presente, sino cómo evitar que se empeore. Si el Gobierno efectivamente da prioridad al combate contra la inseguridad y el narcotráfico, tiene que –entre otras cosas– trabajar seriamente en la negociación de un acuerdo comercial con la Unión Europea.