Luis Gallegos Chiriboga

Las crisis son oportunidades

Los habitantes del mundo, en todas las latitudes, están enfrentando una crisis sin parangón en la historia contemporánea. El impacto que tiene la pandemia sobre cada una de nuestras vidas ha sido significativo y tomarán muchos años de estudio los análisis para comprender las verdaderas dimensiones del problema, cuyas consecuencias son aún incalculables.

Las deficiencias estructurales que nuestras sociedades venían arrastrando desde los inicios de los estado-nación no fueron solucionadas con visiones de estadistas, sino con decisiones políticas inmediatistas, oportunistas y en muchas veces carentes de lo más esencial en la política pública, esto es el bienestar colectivo. Inmersos en el juego político de intereses, perdieron el norte del bien común.

El proverbio chino al que alude este titular es que las crisis representan peligros y a la vez que oportunidades. Es el paradigma de la esencia política, convertir las crisis en oportunidades, antes que se transformen en conflictos y traigan pesar y muerte a los pueblos.

El jefe de Gabinete del presidente Barak Obama, Rahn Emanuel, se hizo célebre por aseverar: “Nunca dejes que una crisis grave se desperdicie… es una oportunidad para hacer cosas que antes no pensabas posible hacerlas”. La historia milenaria de China y el pragmatismo político estadounidense se complementan para estipular que para el quehacer público hay que tener la inteligencia y habilidad política, para convertir la adversidad en nuevas soluciones a los problemas de nuestras sociedades.

Hoy el mundo enfrenta adversidades por todos los lados que uno mire, en los campos de la salud frente a la pandemia, si nos salimos todos, no supera el mundo la pandemia cuyo virus sigue mutando. Lo países ricos han trazado las divisorias que han trastrocado la solidaridad y cooperación con los países menos desarrollados. Han aplicado doctrinas de proteccionismo que han costado millones de vidas y si no liberan las vacunas tendremos más muertes de un virus que podíamos haber controlado mejor. La economía se está recuperando de a poco, pero su implosión ha significado pobreza, hambre y desesperación para miles de millones. La sociedad global ha sido afectaba en sus bases más elementales. Estamos asistiendo a la migración de cientos de miles, al refugio de quienes huyen por sus vidas, y a las muertes en las murallas de las sociedades más desarrolladas. Ciertamente son tragedias que representan la crisis de nuestra época.

Quizás el liderazgo del mundo aprenda a convertir esta crisis en oportunidades y de cambios que necesitamos para superar estos los múltiples problemas y hacer más democráticas, resilientes y equitativas a nuestras sociedades.

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