Adherente

Una vez conocido el escándalo, luego de la consulta pertinente he confirmado que consto como adherente del movimiento ruptura, para lo que se han tomado mi nombre, número de cédula y han alterado mi edad. Similar situación atraviesa un sinnúmero de ecuatorianos que aparecen como afiliados o apoyando a movimientos políticos, sin que nunca hayan tenido la menor aproximación ni personal ni ideológica a ellos. Se ha cometido una adulteración fundamental usurpando la identidad de personas con un fin político. Es increíble hasta qué grado de descomposición hemos llegado. Acá no se pueden evadir culpas. Son tan responsables los encargados de la recolección de firmas de cada organización política, como los funcionarios del ente de control electoral. La indiferencia, la indolencia, la negligencia son descomunales. Pero además el intento de engaño perpetrado desnuda a una sociedad en la que, al parecer, no existen límites. El fin justifica los medios. Los ciudadanos son simples números que no cuentan. Masa en manos de manipuladores de la voluntad popular que, según las necesidades requeridas, la tornan y moldean a su antojo.

Por cerca de veinte años, se ha luchado en esta columna porque los ciudadanos sean reconocidos como tales, que no sean simples receptores de mentiras, medias verdades, pócimas mágicas que les terminan refundiendo en su postración y miseria. Pero, a medida que transcurre el tiempo constatamos cómo la pérdida de valores gana espacio, percibimos absortos cómo los ciudadanos comunes son presa fácil de la propaganda que pinta un mundo inexistente. Embobados por una precaria y quizás pasajera mejora de sus economías, son capaces de mirar hacia otro lado sin dar importancia a asuntos trascendentales: la verdad, la transparencia, el respeto al otro, que deben primar en cualquier sociedad medianamente civilizada, no están entre sus prioridades.

Para colmo, en este embrollo, los que tienen a cargo la gestión y controles electorales dan declaraciones que ponen los pelos de punta. Un asunto sobre el que son responsables, quieren que lo reparen los afectados. Más trámites, denuncias, solicitudes son lo que tienen en mente, cuando corresponde que realicen una auditoría de la documentación para evitar las adulteraciones. No es sólo tema de firmas. El ejemplo es revelador.

Lo sucedido es inaudito y en manos de estas personas se resolverá el destino del país. En el futuro el ente electoral, cueste lo que cueste, debería ante la solicitud de apoyo o afiliación recibida pedir al solicitante, vía correo electrónico o normal, la ratificación de su voluntad o petición. Se lo hace en otras entidades gubernamentales ¿por qué no en lo electoral? Sin duda la tarea que espera a todos es la reinstitucionalización del país. Eso pasa por el convencimiento de que hay que vivir sin trampas, sin atajos, dejando de lado la ignominia y la mentira.

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