El 30 de Junio se cumplieron seis meses de la vigencia del Acuerdo Ecuador-UE. Este Diario organizó un foro para evaluar sus primeros resultados. Participaron un representante del sector privado, de Fedexpor; el Viceministro de Comercio Exterior; y, un delegado de la Cámara Ecuatoriano-Alemana.
Muy corto plazo, un semestre, para precisar el impacto del Acuerdo. Esto es, al menos, un asunto de perspectiva de mediano plazo, lo que habría supuesto conocer ya definiciones de política para su mejor aprovechamiento. Los acuerdos comerciales exigen precisiones integradas a la orientación de la macroeconomía y a los objetivos país; sin esa claridad, hay riesgos en el escenario futuro. Aún deberá esperarse, parece.
Se revisaron, sí, cifras sobre el aumento de las exportaciones de Ecuador hacia la UE, así como de las importaciones desde ese bloque, entre enero y mayo 2017 y 2016. Habrían aumentado en 20% y 17%, respectivamente, entre esos períodos. Se destacó el crecimiento de las ventas de los bienes tradicionales de exportación: atún en conserva, banano, camarones y langostinos congelados, aceite de palma, flores, etc.
Por el lado de las compras, en la tendencia observada sobresalían las importaciones de mesas de cirugía, aparatos de medicina, antisueros, aparatos de rayos x, antibióticos, compuestos químicos, junto a otros bienes de capital y materias primas.
Nada se dijo sobre la situación del sector servicios (alrededor del 60% del PIB) en el marco del Acuerdo y cuyo potencial es interesante, sobre todo si se definirían acciones para promover su suministro por proveedores nacionales. Tampoco sobre las ventajas que en términos de transferencia de tecnología y nuevas inversiones podrían derivar del Acuerdo.
Preocupa el carácter de un análisis focalizado en los trámites de comercio. Importante pero no esencial en términos de cambios futuros en el intercambio. Hay que insistir en que el comercio internacional genera progreso solo cuando hay disciplina macroeconómica, una regulación equilibrada, políticas de modernización y apertura, siempre y cuando los agentes involucrados (Estado, empresarios y trabajadores) cumplan eficientemente las funciones que les corresponde y solamente esas.
Hay asimismo que tener en cuenta las cadenas de valor que han logrado establecerse y aquellas a las que podrían acceder las actividades productivas, internamente y en el marco regional. Evaluarlas. Hacer un seguimiento basado en el enfoque “país por país” y “producto por producto”, para definir opciones de nuevos acuerdos comerciales, seriamente.
Se señaló que se encuentran en estudio medidas de defensa comercial. Hay opciones en la normativa internacional. Pero, ¿cuál sería finalmente su objetivo? ¿Se evaluarán costos y beneficios? ¿Los niveles de protección nominal y efectiva? ¿Su impacto empleo y equidad? ¿La innovación y reconversión industrial? Varias dudas persisten.