Dos casos reales. Luego de una larga reunión social entre parientes, el invitado formuló lo que es común entre nosotros: una invitación para “tomar un trago en mi casa”. Se trasladaron de un extremo a otro de la ciudad; y cuando el pariente quiso retirarse el hospedante le advirtió que ya era noche avanzada y que, por lo que pudiera acontecer, llevase una pistola pequeñita, de bala U. El pariente, al recibir el arma la hizo objeto de burla: “con este juguete no mato ni una tórtola”. El receptor, en gesto burlón levantó el brazo derecho y desafió a que disparara: “si eres hombre”; pero eres un cobarde. El desafiado disparó. El desafiante, murió.
Otro caso. En la gallera de Quito un individuo en estado de semiebriedad se empeñó en fastidiar a un asistente que tenía arma de fuego. El desafiante, con grave imprudencia, luego de insultar con epítetos graves contra el honor personal y de la madre, exclamó: “si eres hombre, dispara”. El desafiado disparó y el desafiante murió.
Estos hechos de la vida real valen para el análisis de la conducta de la víctima, tema del cual la ciencia penal se ocupa desde antaño y que los expertos la conocen como la Victimiología. En un homicidio se centra la atención en el victimario, pero poca se presta a la actitud de la víctima.
Estas reflexiones sirven para el grave incidente de sublevación -motín-rebelión- de policías y la conducta del Jefe del Estado, quien acudió al Regimiento Quito, donde había un ambiente cargado de emotividad negativa; y en un momento de imprudencia y exageración, aflojándose la corbata desafió y repitió: “Si quieren matar al Presidente, aquí estoy”. Si algún ofuscado lo hacía, el Presidente estaba muerto y el país sumido en una especie de caos político y social.
Es evidente que los policías no estaban en el plan de matar a nadie, menos al Presidente de la República, pues su rebelión se originó por omisión de la mayoría oficial de la Asamblea Nacional.
Con mayoría aplastante, aprobó en la Ley de Servicio Público, la exclusión de las Fuerzas Armadas y la Policía del propósito de no reconocer bonificaciones, comisiones o estímulos económicos por el cumplimiento de años de servicio. El proyecto de ley con esa excepción fue a la Presidencia de la República y no fue aceptado, dando origen al descontento de miles de personas de la fuerza pública, particularmente de rangos medios y bajos.
Si los policías hubieran querido matar al Presidente, en el amplio lapso que estuvo con ellos (09:45 a 21:30), podían asesinarlo no en una sino en muchas veces; y, en cuanto a la versión de que cuando salió del hospital francotiradores policiales dirigieron sus balas al vehículo, el examen pericial estableció que no tuvo impactos.
En el sector del periodismo libre, los comunicadores que inclusive arriesgaron su vida, merecen especial admiración.