Los gobiernos pasan y los empresarios siguen produciendo, como lo han hecho para sortear crisis profundas como la de fin de siglo. Por eso, ha sido reconfortante lo que el semanario Líderes nos comunica, en su edición del 11 de enero del 2016, al destacar la actitud positiva de los empresarios consultados ante una situación complicada, en lugar de llamar a desgracias que pueden acabar por traerlas. Ellos están dispuestos a trabajar sin esperar los petrodólares, sobreponiéndose a la incertidumbre, porque los ciclos terminan, en la sima o en la cima.
Ante el fin del ciclo de las materias primas, la economía ecuatoriana absorbió parcialmente en el 2015 los efectos de la escasez de petrodólares y en el presente año seguirá haciéndolo. Pero la economía no petrolera seguirá creciendo con base en más productividad por imperio de la supervivencia.
Todos los empresarios –grandes, medianos y pequeños- expresan que deben bajar los costos para ser competitivos, que deben mejorar la calidad para poder exportar más y seguir preparando a su personal para saber navegar en la era digital. Y lo van a hacer en un horizonte temporal amplio, aunque implique que las expectativas de rentabilidad a corto plazo sean menores que en años precedentes.
Esta actitud empresarial supera la crisis de confianza en el país, incluso porque el gobierno de Correa ya termina y no cabe esperar que en cuestiones de fondo haga algo distinto al 2015. Los empresarios van a abstraerse de lo que se diga en una campaña electoral -en la cual las palabras se tragan a las ideas- y no permitirán que se perturbe un trabajo efectivo y responsable. Algunos dicen que consolidarán la nueva producción que ha surgido con base en la protección de las salvaguardias y continuarán diversificándola basándose en nuevas tecnologías y créditos dinámicos.
Aquí el papel de los bancos -a los que no les conviene una recesión que aumente la cartera vencida- tiene un rol movilizador importante, especialmente para financiar a las pequeñas y medianas empresas que necesitan crédito en montos atendibles por su menor tamaño. La situación del país demanda banqueros líderes, comprometidos con la producción exportadora, con una clara política anticrisis y con visión optimista para el largo plazo.
La resiliencia de los empresarios o la capacidad para sobreponerse a períodos adversos debe incluir la repatriación de capitales que han salido por la incertidumbre y el ambiente hostil, para lo cual el Gobierno debería aplicar un mecanismo para que las utilidades generadas por estos capitales repatriados estén exentos del impuesto a la salida de los capitales, cuando hayan entrado para dinamizar la producción, que es lo primordial ahora y siempre. Finalmente, los empresarios deben aprovechar la fortaleza del dólar orientando las exportaciones a la zona del dólar y desviando las importaciones a los países que devalúan.
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