Si hay alguien que puede hablar con autoridad sobre los mitos de las culturas indígenas del Ecuador, debe ser sin duda una persona muy versada en varias disciplinas: las lenguas habladas por los distintos pueblos, en primer lugar, pero además los principios de la lingüística, la semiótica, la antropología cultural y la historia.
En el Ecuador hay varias personas que disponen de ese bagaje y algunas a veces lo superan; entre ellas se encuentra Ileana Almeida, recientemente separada de la Universidad Central por el delito de haber llegado a una edad que los actuales criterios “revolucionarios” consideran ya incompatible para el trabajo intelectual (criterio que admite, sin embargo, una clara excepción si se trata de docentes extranjeros jubilados).
Pero Ileana no ha renunciado a pensar ni a trabajar en lo que sabe: fruto de uno de sus esfuerzos actuales ha sido un breve libro titulado ‘Mitos cosmogónicos de los pueblos indígenas del Ecuador’, que será presentado al público precisamente mañana, en la Universidad Salesiana.
Sin pretensiones, sin los aspavientos que son más frecuentes entre los que saben poco, este sencillo libro ha sido pensado sobre todo para el lector: no se dirige a especialistas ni académicos de ninguna especie, sino al hombre común.
Tiene por eso un primer capítulo de carácter teórico acerca de los mitos y su lugar en la cultura humana, articulando sus relaciones con el pensamiento lógico; pero se trata de un capítulo escrito en un lenguaje sencillo y accesible, que cualquier lector podrá agradecer.
Luego presenta un manojo de mitos pertenecientes a todos los pueblos indígenas que habitan el territorio ecuatoriano, y no se queda en su simple narración, sino que la acompaña en cada caso de una interpretación de sus elementos, hecha igualmente en un lenguaje que se encuentra muy lejos de los alardes de ciertos “cientistas” que confunden el rigor del pensamiento con la oscuridad de un metalenguaje que no está concebido para comunicar, sino para funcionar como señal de pertenencia a algo semejante a una secta sagrada.
Entre todos esos mitos, Ileana ha dado un mayor espacio a los que pertenecen a la cultura quechua, por la sencilla razón de que su lengua ha sido largamente estudiada por ella. Llama la atención, por supuesto, que la antigüedad de los mitos puede apreciarse en su propio contenido: hay algunos que son evidentemente anteriores a la conquista hispánica, y otros que parecen haber sido elaborados después, aunque acaso ya existían y fueron contaminados por elementos cristianos, en clara muestra de un sincretismo cultural.
También, llama la atención que algunas creencias comunes en la población mestiza, y presentes en las expresiones que todos solemos usar en nuestra habla coloquial, tienen sus orígenes en mitos indígenas, lo cual prueba que hay en nosotros una huella viva de las culturas indígenas, a veces entremezclada con los indudables elementos de la cultura hispánica, reelaborada a la medida de nuestras necesidades culturales.
En suma, una lectura que entretiene y enseña, es decir, enriquece.