Hace exactamente dos siglos, en abril de 1821, ocurrió un hecho que iba a marcar el destino del Ecuador: Antonio José de Sucre llegó a Guayaquil para apoyar en la guerra que se estaba librando por su independencia. Y eso marcó un quiebre en la historia de todo el país.
Recordemos los antecedentes. Para esa fecha, Quito estaba bajo un férreo control español, impuesto desde la derrota del movimiento independentista (que había arrancado en agosto de 1809, que había llegado a ser un Estado independiente y a redactar una constitución, pero que había sido definitivamente derrotado en la Batalla de Ibarra de diciembre de 1812).
Ocho años más tarde, en octubre de 1820, Guayaquil se declara independiente y forma un ejército con el objetivo de liberar Quito.
Las fuerzas guayaquileñas avanzan hacia la Sierra y derrotan al ejercito español en la Batalla de Camino Real (cerca de Guaranda), pero luego son derrotadas en Huachi (Ambato), Verdeloma (Azogues) y Tanizahua (Guaranda), todo esto entre noviembre y diciembre de 1820.
Eso obliga al ejército guayaquileño a replegarse hacia su territorio y a aceptar el apoyo de Bolívar y de San Martín, que estaban peleando contra los españoles en lo que hoy es Colombia y Perú, respectivamente.
Afortunadamente, los españoles cometieron el error de no atacar Guayaquil en ese momento y la ayuda externa pudo llegar antes de que los independentistas perdieran una plaza que era absolutamente clave.
Es así como el 6 de abril de 1821 llega Sucre a Guayaquil acompañado por 600 soldados colombianos y pocos días después se acuerda que él sería quien dirija las tropas independentistas unificadas con el objetivo de liberar Quito.
Y ese fue el punto de quiebre, porque ahí quedó definido (aunque no expresamente y no en esas palabras) que el Ecuador iba a ser parte de la Gran Colombia. Si bien sólo pertenecimos a ese país por ocho años, mucho de lo que es el Ecuador actual se definió en esa época. Sus fronteras, sus departamentos y, de alguna manera, su misma existencia.
Lo que ocurrió los 13 meses posteriores a la llegada de Sucre a Guayaquil, fue la campaña por independizar lo que hoy es el Ecuador y en la que el Gran Mariscal iba a jugar un rol central, tanto como estratega militar como por su habilidad política, ya que tuvo que enfrentar un ejercito español experimentado en las guerras napoleónicas, pero también se vio obligado a mantener la paz “casa adentro”, controlando revueltas pro-españolas en Guayaquil.
Finalmente el avance hacia Quito se hace por una ruta poco usual: de Guayaquil a Machala, luego a Loja, posteriormente a Cuenca y desde ahí, por el callejón interandino hacia la actual capital del Ecuador. Pero ya eso ocurre en 1822.