En tiempos de pestes letales, una expresión con alta contundencia es la de abandono. Expresa con crudeza la situación de miles de ecuatorianos. Que perdieron el empleo o sobreviven con trabajos precarios. Que bajaron sus salarios con acuerdos tramposos o que viven de la solidaridad y el chulco. Que sufren privaciones en alimentación y todo lo demás. Abandonados a su suerte o atendidos con migajas para pasar el rato.
Pero hay otro abandono desolador: el retiro de estudiantes y familias de las escuelas. Varios miles han renunciado a su derecho por imposibilidad de acceder a las alternativas virtuales del sistema. Algunos informes los califican de desertores. En realidad son expulsados. El sistema no ha generado alternativas para cuidarlos. Y se han ido en soledad y desamparo. Muchos no volverán.
Una tragedia silenciosa. Nadie grita ni protesta ni se manifiesta. No hay bronca ni eco. Como una salida en puntillas por la puerta de atrás.
Una tragedia invisible. Los escándalos y el circo electoral lo tapan todo. Los retiros se suceden anónimos. No hay denuncias ni medios. El Ministerio dice poco. Maestros y estudiantes apenas lo mencionan. Familias no tienen voz.
Una tragedia en el corazón del sistema. El abandono afecta el alma de la educación: el derecho a una formación de calidad para todos. Interpela al Estado como garante de su ejercicio.
No contamos por ahora con datos rigurosos. El Ministerio alertó hace meses sobre la desconexión de casi 20 mil estudiantes, 17 mil en Sierra y Amazonía. La UNE calculó el abandono -comparando matrícula- en más de 100 mil. Unicef menciona 21% de “deserción escolar” Los datos duros llegarán en los próximos meses, pero ya se puede oler su gravedad.
Las consecuencias del abandono son previsibles. Miles de chicos deambulando en trabajos de última. A temprana edad y sin horizonte.
Sobreviviendo a lo que buenamente ofrece el medio. Las familias pierden otra oportunidad de marcar distancia con la pobreza. El país sacrifica sus talentos y su futuro desarrollo. El rezago escolar alcanza niveles críticos. Los 5.3 millones que no terminan secundaria seguramente aumentarán.
Frente al abandono, el Ministerio implementará un proceso de búsqueda activa para ubicar a los estudiantes y volverlos a integrar. Se necesitará sin duda algo más para atacar las causas: conectividad, dispositivos, capacidades técnicas, escuelas adecuadas.
Frente al rezago se han creado programas extraordinarios públicos y privados. Modalidades compensatorias y aceleradas. Es preciso evaluarlas integralmente para enfrentar el nuevo momento. Y provocar una ofensiva general con estrategias actualizadas y potentes. Con recursos.
Abandono, trabajo infantil y rezago escolar. Tres alertas sobre una posible catástrofe generacional en educación. Tres fuegos candentes para que los candidatos salvadores se pronuncien. Sin generalidades.