Con ocasión de una convocatoria para trabajar en el Metro de Quito, ya se observó con angustia la inmensa cantidad de personas que buscaban ubicación. Frases como “estar dispuesto a trabajar en lo que sea”, era repetida por numerosas personas sin especialización.
Ha pasado el tiempo y se repite la escena, pero con mayores y penosas dimensiones.
Una convocatoria para ocupar 2.400 plazas en la Policía determinó que concurran de muchas partes del país, nada menos que 30 mil jóvenes con la esperanza de ser escogidos.
El nuevo anhelo se traduce en conceptos como éstos: …“es una oportunidad para tener un trabajo seguro”; otro, … “una oportunidad de tener un empleo estable”. Un Coronel, Jefe del Proceso de Recolección y Calificación de documentos en Quito, admite que los muchachos buscan “estabilidad económica”.
El Ministerio del Interior, que origina esta oportunidad de trabajo, habilitó oficinas en Quito, Guayaquil y Ambato, para las recibir carpetas. Desde el lunes 25 de julio, miles ya las han entregado. En Quito, cada día, en promedio, asistieron entre 600 y 700 aspirantes. En Ambato, escogieron una zona para recibir los papeles, la Unidad de Vigilancia Comunitaria de Tungurahua. A esa ciudad llegaron jóvenes aspirantes de Bolívar, Chimborazo, Cotopaxi y localidades de la misma provincia de Tungurahua.
Se pueden observar escenas inusuales. Un aspirante, de 19 años de edad, estudiante de Ingeniería Estadística e Informática en una Politécnica; entiende que hay demasiada competencia en esa especialidad; por eso se inscribió en la Policía.
Atracción adicional para ingresar a la Institución es la oferta académica. Han creado una Tecnología en Seguridad Ciudadana, que dura 18 meses; y para los Oficiales, una Licenciatura en Ciencias Policiales que se la obtiene en 4 años.
En la actualidad, nuestro país cuenta con 47 mil agentes policiales, pero se aspira completar 57 mil plazas.
Cada vez es notorio que la seguridad ciudadana está en peligrosa crisis y demanda mayor auxilio de la fuerza policial, para resguardo de vidas y bienes.
La inmensa cantidad de personas jóvenes que se hallan en desocupación y buscan trabajo; otras decenas de miles de jóvenes bachilleres que desean ingresar a la universidad pública, sin conseguir su anhelo, ¿qué harán en la situación de desocupados? ¿No dicen, en el lenguaje político, que los jóvenes son la “esperanza de la patria”? Que constituyen la “mayor expectativa” para un mañana mejor; y otra serie de frases parecidas, pero los resultados están a la vista.
Y los señores políticos, de un lado y de otro, solamente hablan y les ofrecen la redención para cuando ellos lleguen al poder. Pero llegan, pasan y la situación de los jóvenes continúa igual o peor, con “revolución” o sin ella.