Han transcurrido 16 días desde la aciaga sublevación de miembros de la Policía Nacional, de la que Diario El Mundo, de España, entre otras cosas, dijo: “Lo que se está viviendo en Ecuador es macondiano. Se impuso una vez más el más absoluto sinsentido. No se trató de un golpe de Estado, apenas una huelga de la Policía, secundada por uno que otro militar que quiso pescar a río revuelto. Al final, eso es lo mejor que le podría haber pasado al régimen de Correa, que se diera un bañito de popularidad. Ha pasado inadvertido en el mundo entero el espectáculo de censura mediática implementado. Y mientras, la OEA, esa gran insignificante, monta el número, improvisa un guión perogrullesco. Al final del día tendrán la culpa los yanquis o las oligarquías”. Simón Alberto Consalvi, de El Nacional, de Venezuela, comentó “’el presidente Rafael Correa se quitó la corbata, sacó el pecho y gritó: mátenme. Fue un gesto inútil, porque por ahí no había nadie que se propusiera enviarlo a la historia antes de tiempo y, si algún demente improbable así lo tramara secretamente, imagino que no habría esperado que se quitara la corbata’”
En realidad, sienta un pésimo precedente el impedimento para que la radio y la televisión independientes informen libremente de esos hechos; se las sometió a una cadena “indefinida e ininterrumpida” para que transmitan exclusivamente la versión parcializada de un canal oficialista, lo que demuestra que podría ocurrir si llegara a expedirse la Ley Mordaza.
Ya se ha manifestado, pero vale la pena hacer hincapié, que lo ocurrido el 30 de setiembre no fue un caso aislado, sino el resultado del descontento que se había venido macerando, desde hace algún tiempo, en la tropa de la Policía -de la que dice el Ministro del Interior que es una de las mejor remuneradas de Latinoamérica- e, inclusive, de la insatisfacción de diversos sectores de la ciudadanía, por la expedición de leyes por parte del presidente Rafael Correa, quien, mediante el veto, les da forma a su gusto y conveniencia, luego de que la AsambleaNacional hace el papelón de aprobarlas.
No contentos con esto, asambleístas de Alianza País amenazan con descalificar a colegas de la oposición, a quienes acusa de propiciar el “golpe de Estado”.
En realidad, la intención es aprovechar el pretexto para repetir la maniobra que ya se perpetró anteriormente, para obtener mayoría propia.
Fiscales y jueces tienen en sus manos las indagaciones que les permitirán establecer responsabilidades con rectitud y sancionar a los verdaderos culpables de los vergonzosos sucesos en cuestión. La sangre derramada por los muertos y heridos en este enfrentamiento fratricida es una lección que debe ser asimilada para evitar que se repitan malhadados episodios de esta naturaleza.
Un llamado a la sensatez y la reflexión.